Beatriz Schulze Arana nació en Potosí el 24 de marzo de 1929 y falleció en La Paz el 6 de mayo del 2000. Cultivó la poesía y la prosa breve. Se cuenta que escribió desde su niñez hasta su muerte, acaecida en la Casa del Poeta, donde pasó los últimos años de su vida.
Esta escritora precoz, de actitud femenina y trato cordial, da la sensación de haber escrito desde siempre. No es casual que cuando tenía apenas nueve años de edad, el periódico “Alas”, de su ciudad natal, registró ya sus primeras poesías y los premios que obtuvo en los concursos literarios de su colegio.
Defendió los valores más sublimes de la condición humana, sin dejarse arrastrar por las corrientes literarias de moda ni dejar de escuchar los dictados de su fuero interior. Conforme a su personalidad tierna y serena, escribió una poesía cargada de espiritualidad y en tono suave como la brisa del mar.
Fue fundadora de la segunda generación del grupo “Gesta Bárbara” y miembro de la Academia Boliviana de la Lengua. Participó en varias instituciones culturales de La Paz, como el Círculo Femenino de Cultura Hispánica y el Comité de Literatura Infantil y Juvenil. Su trabajo altruista en el ámbito cultural fue reconocido en varias ciudades de Bolivia. En Potosí, la ciudad que la vio nacer, fue declarada Hija Predilecta, en 1968. Asimismo, fue condecorada por el Club del Libro “Gesta Bárbara” y por la Mesa Redonda Panamericana de Potosí. En La Paz, en 1986, la Alcaldía le concedió la Casa del Poeta, en mérito a su incansable labor literaria y debido al derrumbe que sufrió su vivienda. En Septiembre de 1997, en homenaje a su intensa labor cultural, fue distinguida por la Alcaldía de Potosí con el “Cerro de Plata”, en el grado de Comendador.
Una parte de su obra, tanto en verso como en prosa, fue traducida y publicada en antologías internacionales. Del valor ético y estético de sus poemas y cuentos se han escrito elogiosos comentarios; por ejemplo, la chilena Gabriela Mistral, refiriéndose a sus versos para niños, dijo: "… Sus poemas infantiles, Beatriz, van envueltos en un halo de verdadera belleza, además recrean, enseñan sin violencias, ejercitan la imaginación en los niños y abren surcos de bondad y de ternura…" No es menos importante la opinión de Valentín Abecia Baldivieso, quien, con justa razón y conocimiento de causa, escribió: “Poesía sencilla la suya, muestra un espíritu tierno, espontáneo, que distrae con barquitos de luz y agua y con metáforas simples y, por eso mismo, originales y exquisitas. Todo en ella es recuerdo, ansiedad, imágenes sensitivas que las recoge con humildad: una escuelita, un niño, un trompo de colores…”
Esta escritora de fuste, que ya en su etapa de madurez incursionó en la poesía infantil, supo usar su destreza en el manejo del lenguaje lírico para escribir versos que despiertan la fantasía de los niños, a modo de liberarlos de los textos didácticos que enseñan normas de buena conducta en las escuelas y los colegios. Lo mismo se aprecia en sus relatos breves, que abordan diversos temas donde las fronteras entre la realidad y la fantasía se pierden como tocados por una varita mágica.
La literatura escrita para los niños en nuestra patria, sin lugar a duda, cobró mayor fuerza desde que Beatriz Schulze Arana se dio a la tarea de elaborar la antología “Semillero de luces”, en 1981; un libro que reúne los cuentos y poemas más significativos de los mejores cultores de la literatura infantil boliviana. No en vano el nombre de esta escritora, que fue asidua colaborado de Presencia Literaria y otras publicaciones, se escribe con mayúsculas en los senderos que conducen hacia el conocimiento y el deleite de la literatura creada para los pequeños lectores de todos los tiempos.
SU OBRA
Lejanías (1945); Surcos de luz (1947); Por la escala del ensueño (1949); En el telar de las horas (1950); En el dintel de la noche (1951); Desvelo de lámpara (1958); Pompas de jabón (1963); Burbujas de color (1979); La princesita calipso y el fausto ruiseñor (1980); Luces mágicas (1986). Antología: Clarinadas de oro (1979); Semillero de luces (1981).
SU POESÍA
El zapato
Pequeña casa de cuero
donde vive una familia
con cinco hijitos:
los dedos
unidos como los granos
de una mazorca de besos.
Casita caminadora,
casita que todo sabe,
casita que todo ve,
que se eleva por los aires
y casita que se oculta
cuando se le duerme un pie…
Mi escuelita
¡Alegría del canario,
del ruiseñor,
del jilguero,
en mi querida escuelita!
Los niños, blancos mandiles,
los niños, blancas palomas,
y el profesor,
un severo
y bondadoso pingüino...
¡Cuánto libro sabio en clases;
en recreo
cuánta luz y colorido!
Y qué lejos y qué lejos
el gavilán de las penas…
¡Alegría del canario,
del ruiseñor,
del jilguero,
en mi querida escuelita!
Autor: Víctor Montoya
Fecha: 3 Enero, 2013