EL INICIO DE LA LITERATURA INFANTIL EN BOLIVIA

Hablar de la literatura infantil boliviana actual no sería posible sin dar un justo homenaje a quienes nos precedieron e iniciaron este maravilloso camino. Nos referimos a aquellos hombres y mujeres a quienes les tocó vivir momentos históricos fundamentales para el país que, sin duda, reflejaron en sus escritos.


A comienzos del siglo XX existía un poder que lo ostentaba la oligarquía ligada a Europa, al latifundio y al pongueaje, sociedad en la cual el indígena no era tomado en cuenta. En la década de los 30 estalló la guerra del Chaco que destapó una realidad distinta, donde aymaras, quechuas y mestizos habían muerto por la misma causa. Fue un duro golpe que terminó por nacionalizar la conciencia de los bolivianos que vivían en una sociedad desintegrada incapaz de atender las demandas de sus mayorías. Allí surge una literatura que comienza la búsqueda de una identidad nacional paralela a una fuerte corriente indigenista basada en la tierra y en la minería. Posteriormente la Revolución del 52 propone la integración del indígena a la vida nacional y vislumbra tenue una visión distinta de país que va a consolidar su diversidad cultural después de varios años de dictadura y de un paulatino regreso a la democracia de más de 25 años.

Las primeras obras

Dentro de este contexto, el verdadero pionero en el inicio de este camino, en una época donde se escribía poco para niños, es Oscar Alfaro quien dedicó la mayor parte de su producción poética y narrativa a los lectores más pequeños. Hoy, todavía tenemos la suerte de encontrar su obra gracias al esfuerzo de la familia que continúa en su labor editorial para que los niños del siglo XXI conozcan a Oscar Alfaro después de casi 50 años de su muerte. Alfaro muere a los cuarenta años sin haber cumplido el sueño de varios poetas amigos que también habían nacido en el primer cuarto del siglo XX.

Fueron de la preferencia de Oscar Alfaro las narraciones en las que los protagonistas son animales humanizados y objetos animados para explicar el comportamiento de la sociedad. El autor tarijeño toma una posición clara en la década de los 40 y 50 con una literatura de denuncia al maltrato, a la explotación de los niños trabajadores, a la trasgresión de normas y al racismo. Extraordinario poeta, también crea versos controversiales en relación a la situación de los niños.


Manos hambrientas
Manos de niños mendigos
trenzadas en los caminos
como jilgueros heridos…
Manitas en agonía
que salen de las pocilgas
para implorarnos la vida
pequeñas manos difuntas
florecen sobre las tumbas
estrellas de cinco puntas
Y por el pan de los niños
rueda el planeta florido
de manos y de alaridos.

Paz Nery Nava Bohórquez fue narradora y poeta potosina. Mujer de gran sensibilidad social fue educadora, asistente social y defensora de los derechos del niño y de la mujer en Bolivia. Entre sus obras se encuentra el Silabario de ensueños.  (Poemas, 1957) y Misturita, poemario infantil y teatro.

Gastón Suárez, escritor tupiceño, tiene uno de los libros más poéticos con respecto a los animales andinos. Mallku (1976), nos narra la historia de un cóndor desde que nace, utilizando, como afirma el ecuatoriano Hernán Rodríguez Castelo, el tono objetivo del zoólogo que observa y describe, pero sin ninguna de las frialdades del científico. En 1979, Suárez escribe una novela corta inspirada en los personajes quijotescos con el título de Las aventuras de Miguel Quijano, que es un niño que vive soñando en aventuras caballerescas dentro de su mismo barrio.

Hugo Molina Viaña es el representante de la poesía lírica por excelencia. En El duende y la marioneta y La niña de la Glorieta así lo demuestra. Pero, sin duda alguna, junto a Mallku de Gastón Suárez, una de las historias más maravillosas en tema de animales andinos es su Vicuncela (Canción a una vicuña).
“Tarde melancólica con baraja de otoño, el vendabal azota con su tos cavernosa. Desde el cristal de la infancia contemplo a Vicuncela, sus ojos elevan al cielo una plegaria de trébol por la trémula paja brava, que hirsuta permanece entre las piedras y decora la palidez de la pampa”

Yolanda Bedregal, una de las figuras más importantes de la poesía boliviana, publica en 1979 un único libro para niños El cántaro del angelito que da un giro adelantándose a su tiempo. Bedregal da un salto hacia la modernidad incluyendo en su poemario temas poco frecuentes en libros para niños como la muerte, la gestación y la igualdad entre razas. Hace poco se presentó la obra completa de esta gran autora que incluye escritos inéditos como La historia del Arte para Niños y algunos cuentos publicados en distintas obras colectivas.
                     ¿De qué estará hecha la luna?


La luna
está amasada
con leche y harina,
un poco de azúcar
y pizca de sal
y un huevo
sin romper.

Como no hay horno tan grande
en que se pueda cocer,
la luna se queda cruda.

¡Eso no es verdad!

La luna
no es de leche
ni de harina
ni de azúcar
ni de sal
ni de huevo,
ni de nada.

La luna es de luna
y es luna la luna.

Beatriz Schulze dedicó un par de libros a los niños. Burbujas, con un gran repertorio poético, y Luces Mágicas con varios cuentos dedicados a su sobrino nieto. Además, nos dejó una bellísima antología poética y narrativa, Semillero de Luces, que reúne a los mejores escritores para niños de ese momento.
La voz del canillita

La voz del canillita
amoratada de frío,
despierta la mañana.

Su pregón
rescata la luz de las sombras,
salta verjas
abre párpados…

La voz del canillita
es la voz del pajarillo
que tiene las alas rotas
       y canta a desgano.

Rosa Fernández de Carrasco dio vida al teatro infantil en Bolivia y se entregó a los niños sobre la tarima. Nos dejó divertidas obras de teatro en Teatro para niños y Teatro Infantil Tin; además tiene tres o cuatro libros de cuentos como Caracol, Malvaluska y Ticotín. Tuvo el talento de escribir teatro en verso, combinando magistralmente ambos géneros y una de sus obras más conocidas es El Ratón Pérez que se cayó en la olla. Con una cadencia exquisita y una trama argumental ordenada y simple, sin dejar de ser intensa y profunda, se desarrolla la trama de El Ratón Pérez. Se trata en realidad de una tragedia para niños, ya que el ratón se cae a la olla y queda viuda la ratoncita. Quién sabe por qué razón Rosa Fernández habría tejido esta obra. Aún así generaciones enteras disfrutamos con ella y se hizo inolvidable.

Antonio Paredes Candia, uno de los personajes clásicos paceños, dedicado a la recuperación de las tradiciones populares de Bolivia, escribió más de cien libros, muchos de ellos dedicados a los niños en los distintos géneros de teatro, cuento, novela y leyenda. Entre sus obra más leídas están Teatro Boliviano para Niños, Cuentos Bolivianos para Niños y Leyendas de Bolivia.

Alberto Guerra Gutiérrez, poeta, ensayista e investigador, tiene una antología que realizó junto a Hugo Molina denominada El mundo del niño, y uno de los libros más maravillosos sobre la poesía al niño trabajador, Balada de los niños mineros, donde describe el cotidiano vivir de los niños que son parte de la lista de trabajadores en los socavones de la mina.
Trompo de metal

No acaba de ser niño
y ya tiene que trabajar.

En vano ha envuelto
su trompo
con el cordel
de la ilusión…

Hoy ha entrado a la mina
donde baila “roncador”
entre las vetas de estaño
un gran trompo de metal.

La perforadora cruje,
gime hondo
el barreno aullador
y en sus ojos se rompen
líquidos los cristales
del dolor.

Elda Alarcón de Cárdenas es maestra egresada del Instituto Normal Superior Simón Bolívar que años más tarde la recibirá como catedrática y posteriormente directora del mismo. Dedicó sus escritos a la poesía para niños, a las leyendas de nuestro país y de las pocas que publicó su poesía en aymara; pero, sobre todo, es la única escritora de su época que hizo investigación de la literatura infantil. Tiene dos libros sobre esta trayectoria Literatura Infantil y Sobre literatura infantil, éste último sobre los géneros de mito y leyenda (su origen y evolución) y tiene otros sobre el proceso de la maduración estética en los niños de pre-escolar, primaria y adolescencia.

José Camarlinghi, de esta misma generación de autores nos sorprende con un bellísimo cuento Cuando yo era trencito en el que un niño experimenta ser un tren y la felicidad que siente al lograr su deseo es involucrarse dentro del mundo infantil y dentro de los sueños de los pequeños que logran vivir realidades cotidianas mezcladas con fantasía. Y una novelita corta Cara Sucia que tiene que ver con la realidad de los niños de la calle.

Autor: Isabel Mesa Gisbert y Rosalba Guzmán Soriano

Fecha: 28 Febrero, 2012