LA LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL: POR LA CONSTRUCCIÓN DE UN MUNDO MEJOR Y POSIBLE

La literatura infantil y juvenil: por la construcción
de un mundo mejor y posible 


Luis Cabrera Delgado
Escritor e investigador cubano.
Miembro Fundador de la Academia
Latinoamericana de Literatura Infantil


El marco de la celebración del bicentenario de la independencia latinoamericana es propicia para recordar que el surgimiento de la literatura infantil en el panorama del mundo occidental coincide con el proceso de autonomía y liberación política que fuimos desarrollando desde finales del siglo XVIII, con el surgimiento de una burguesía criolla que, educada en Europa, sabía que la verdadera soberanía de un pueblo no está en la posibilidad de ejercer el gobierno, sino en su capacidad para moldear la conciencia de sus ciudadanos; y por ello se reconoció la importancia del niño como ente potencial para el destino ulterior de nuestro continente, lo que explica el porqué entre los primeros libros de cada país del continente, generalmente, aparezcan los temas históricos, las biografías de caudillos independentistas, las anécdotas patrióticas y la épica libertaria, libros en los que se destaca la historia del territorio y se estimula el patriotismo.
   
Las fábulas de animales también se pusieron en función de estos objetivos y vemos como durante esta época se abandonan los clásicos temas de las culturas helénicas y romanas para abordar asuntos americanos, a la par que se busca un lenguaje que refleje nuestro contexto físico, nuestra flora y nuestra fauna.

El folclor, en su expresión de literatura oral, no se dirige especialmente a los niños, pero como tiene la función de transmitir el corpus cultural que ha adquirido cada pueblo en cuanto a lo que respecta a su filosofía, creencias y costumbres, y las emociones que mueve están en concordancia con el valor otorgado por la élite en el poder a los fenómenos que las provocan, se ha usado a la literatura infantil para conservar los mitos, leyendas y cultura popular, a la par que estimular la identidad de los jóvenes lectores con los patrones originarios de su país.

El uso de la literatura infantil para estimular la filiación del niño con el grupo, clase o nación a la que pertenezca, no es asunto sólo del pasado histórico, sino  que persiste hoy en día, sobretodo en las minorías poblacionales; y prueba de ello es que en el Congreso Internacional de Literatura en Español, celebrado en Ciudad de México en 1979, uno de los acuerdos tomados fue "que se estimule la producción y difusión de una literatura que sirva de instrumento liberador para el niño chicano y otros niños oprimidos"

El poder que se le otorga a la literatura infantil como elemento movilizador y formador de la conciencia, ha hecho que esta se asocie con aquellos factores capaces de crear una actitud revolucionaria y renovadora ante la sociedad.

Carlota Flores de Naveda estima que "América Latina, está inmersa en una honda problemática que requiere una respuesta de todos los órdenes de la cultura para coadyuvar a la solución de la misma" y destaca el papel que para ello debe jugar lo que considera como "una nueva literatura infantil".

En este sentido, en el artículo "Fines de la Literatura Infantil en el Perú", su autor reclama por el compromiso que tiene la literatura infantil con la realidad social y el proyecto histórico de una transformación radical de las actuales estructuras sociales, políticas y culturales de su  país, al extremo de abogar "por fórmulas quizás poco relacionadas con la literatura, pero sí más consecuentes con el hombre y su destino sobre la tierra".

Antón Semionovich Makarenko, importante ideólogo de la Pedagogía Soviética, afirmó que "cada libro destinado a los niños debe perseguir ante todo objetivos educativos”, dedicando un acápite de su artículo Acerca de la Literatura Infantil a su importancia educativa y en el que afirma que: "El objetivo de la Literatura Infantil Soviética debe ser educar una personalidad comunista íntegra".

Esta función ideologizante no es exclusiva de la filosofía comunista, sino que la vamos a encontrar en mayor o menor medida, reconocida o no, en otras muchas corrientes del pensamiento humano que no son sólo ni precisamente el político.

 Marc Soriano plantea que la literatura infantil ha sido siempre un campo de batalla para las religiones y las ideologías.

La filosofía cristiana y, específicamente lo concerniente a la doctrina católica de tan amplia difusión en los países de América Latina, encuentra en todo el sistema de la literatura infantil un eficaz medio de difusión,  y son numerosos los autores, títulos, editoriales y revistas infantiles que, de manera explícita o implícita, transmiten mensajes religiosos.

También es frecuente que los autores en lenguas minoritarias evalúen y justifiquen su obra por su función glotodidáctica de apoyo al idioma, y cada vez están apareciendo más libros bilingües en castellano y lenguas autóctonas.

La razón de esta multifuncionabilidad de la literatura infantil obedece  a que ésta  se creó acatando a una necesidad educativa y no a una necesidad estética; no surge, como la novela o el cuento, con el fin de referirse a un determinado objeto artístico real; es por lo tanto una categoría pretendidamente literaria que no tiene un referente concreto de tal condición al cual designar. Lo que consideramos como literatura infantil puede ser cuento, novela, teatro, poesía…


Como la literatura infantil aparece para cumplir con una función en el campo de la Pedagogía Infantil, inicialmente estuvo en manos de las institutrices que escribían libros con títulos como este: Almacén de los niños; o diálogo de una prudente institutriz con sus distinguidos alumnos…, de Madame Leprince de Beaumont"

 Ejemplos similares los podemos encontrar a montones en América Latina; cito, por sólo mencionar uno: Lecciones de buena crianza, moral y mundo o educación popular, publicado en Caracas en 1841.

Como ven, la literatura infanto-juvenil sirve para todo, ya que su valor no se reconoce en sí misma, sino en el uso que cada quien quiera darle, hasta para “construir un mundo mejor y posible”, tema con el que se nos ha convocado a este panel.

Ante tal situación, y dado a tener el animismo en el arsenal de los autores que la cultivamos, se me ocurre pensar que en el país donde vivieran los diferentes géneros literario, la literatura infantil sería la prostituta a la que, cada quien que quiera, acude a satisfacer sus deseos, a veces morbosos, puramente biológicos o hasta de elevados valores espirituales, pues hay quienes se enamoran de la puta que los complace. Prostituta que vale según sirva a determinados intereses, pero su valía no es “per se”, sino en el para qué.

Reclamo el más elemental de los derechos del que debe gozar la literatura, y es que se le respete por sí misma, que se le estudie en sus particularidades lingüísticas, en su forma y contenido, en su valor artístico…

Autor: Luis Cabrera Delgado

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