MUERTE, VIOLENCIA Y TRASCENDENCIA

MUERTE, VIOLENCIA Y TRASCENDENCIA
EN LAS OBRAS PARA NIÑOS Y NIÑAS
 
Dra. Sylvia Puentes de Oyenard

                                                                 (Montevideo, Uruguay)

Publicado en la "Memoria del IV Congreso del IBby" ( 2007)

 
 
Desde la antigüedad han estado presentes muerte, violencia y trascendencia en las obras destinadas al público infantil. Podemos remontarnos a Esopo, al Panchatantra, a Calila y Dimna, Basile, Perrault, a varios cuentos de los hermanos Grimm y a tantos volúmenes que de una forma real o metafórica aluden al tema .
En nuestro concepto, muerte designa el fin absoluto de algo positivo y vivo, ya sea una amistad, un cuerpo, una alianza, una época, una planta o un animal. Muerte indica lo que desaparece, pero también nos introduce en mundos desconocidos que pueden ser infiernos o paraísos, de acuerdo con los niveles de vida: espiritual o material, por lo tanto es un momento de pasaje, de transición. Siempre entraña la contradicción entre dos fuerzas. 
La angustia que presupone la muerte se origina en la resistencia al cambio, el temor a lo desconocido. No es un fin en sí misma, puede ser la puerta hacia otra vida, que para algunos es la verdadera. Lo que interesa destacar es que no se agota en el acto de la propia muerte.
Violencia, de acuerdo con la Real Academia, es acción o efecto de violentar o violentarse”. Aplicar medios violentos a cosas o personas que quiebran su resistencia, o que hacen surgir nuestra agresividad. En la literatura para niños, niñas y jóvenes al interrogar si es oportuno contar hechos violentos, habrá consenso por la negativa. Sin embargo, toda la literatura infantil está impregnada de ellos, de la ruptura de los más elementales derechos humanos: la discriminación, el vasallaje e, incluso, el incesto (“Piel de asno”).
Nos preguntamos: ¿La violencia es de nosotros o de los otros?, ¿la violencia genera violencia?, ¿los hijos de padres castigadores son violentos?, ¿repiten las conductas?     Los estudios dicen que sólo un 30% lo hace. 
¿Qué pasa entonces con el 70% restante? De acuerdo con diversos estudios esas personas tuvieron elementos protectores que losdefendieron.Ya volveremos sobre el hecho.
 
Con relación a la trascendencia, que es ir más allá del tiempo y el espacio, penetrar, comprender o descubrir algo que está oculto, es innegable que toda obra literaria tiene un sentido polisémico que hoy intentamos descifrar.
Muerte, violencia y trascendencia están presentes en los textos que comentaremos, aunque, como hemos expresado, no siempre es posible advertirlo en primera instancia. Queremos señalar que este no es el único enfoque, ni el verdadero, sino un espacio de reflexión.
*     Comencemos nuestro abordaje con Caperucita roja, pues su popularidad lo convierte en el cuento infantil por antonomasia. Nos referimos a Perrault y sus Historias o cuentos de antaño (1697). Cien años después surgen Cuentos de niños y del hogar (1812) recopilados de la versión oral por los hermanos Grimm. El afortunado desenlace con la aparición del cazador salvaguarda algunos temores del niño que necesita, en determinadas etapas, ese “final feliz” que apacigua sus miedos y lo tranquiliza.
Desde el reinado de Luis XIV a nuestros días se han conocido muchas versiones de Caperucita Roja y sería interesante precisar que en una minoría se respetó el final de Perrault, donde abuela y nieta son devoradas por el lobo. En muchas se adaptó, cercenó o edulcoró el desenlace. Los mismos Grimm incluyen otra versión. Sin embargo, Gabriela Mistral escribe basándose en la francesa un texto que aprendimos en la escuela:
CAPERUCITA ROJA
 
...Caperucita ha entrado, olorosa de bayas,
Le tiemblan en la mano gajos de salvia en flor.
“Deja los pastelitos; ven a entibiarme el lecho”.
Caperucita cede al reclamo de amor.
 
De entre la cofia salen las orejas monstruosas.
“¿Por qué tan largas?”, dice la niña con candor.
Y el velludo engañoso, abrazado a la niña:
“¿Para qué son tan largas? Para oírte mejor”.
 
El cuerpecito tierno le dilata los ojos.
El terror en la niña los dilata también.
“Abuelita, decidme: ¿por qué esos grandes ojos?”
“Corazoncito mío, para mirarte bien...”
 
Y el viejo lobo ríe, y entre la boca negra
tienen los dientes blancos un terrible fulgor.
“Abuelita, decidme: ¿por qué esos grandes dientes?”
“Corazoncito, para devorarte mejor...”
 
¡Ha arrollado el velludo bajo sus pelos ásperos,
el cuerpecito trémulo, suave como un vellón,
y ha molido las carnes, y ha molido los huesos,
y ha exprimido como una cereza el corazón!
 
Conocemos niños que leyeron esta versión y hasta hoy se conmueven por su elocuencia. Por otro lado está implícito en el poema que es Caperucita quien cede al reclamo, lo que nos llevaría a pensar en cuántas connotaciones sexuales tiene el texto tan bien estudiado por Erich Fromm en El lenguaje olvidado. Allí asevera que este cuento es la historia triunfal de tres generaciones de mujeres que vencen al lobo quien desde un papel que evidencia astucia, pasa al ridículo.
Bettelheim, con todo el conocimiento que le brindó su estudio sobre el Psicoanálisisde los cuentos de hadas opina a la inversa, asegura que en esta versión hay una disociación de la figura masculina: lobo seductor-leñador bondadoso, pero en cambio la presencia de las mujeres es anodina: no amenazan ni protegen.
El lobo traduciría también las tendencias asociales primitivas, así como que Caperucita no estaría preparada todavía para enfrentar plenamente su sexualidad. Para Bettelheim la precisión con que da las señas de su abuela es una indicación de que la abuela sí puede mantener relaciones, pero ella no. De todas formas, la sexualidad tiene un planteo claro en la versión de Perrault, no así en la de los Grimm.
****Confirmamos la vigencia de Perrault, cuyo Le petit chaperon rouge mereció el Premio de la Feria del Libro Infantil de Bolonia en la década de los 80. En ese momento nos impactó la edición de una editorial suizo-francesa por las modernas fotografías en blanco y negro de la norteamericana Sarah Moon, que eran mucho más que un paratexto. Si bien la versión escrita corresponde a Perrault la interpretación de Moon, cuya diagramación incluye un reloj que marca el inexorable transcurrir del tiempo, ubica la escena en el siglo XX. Allí, el bosque es una ciudad; la niña, enfocada por las luces de un Peugeot del 37 que comienza a perseguirla, es atrapada por la seducción lo que se advierte en la puerta abierta del coche; el engullimiento se adivina en las fauces abiertas del animal que proyectan su sombra en la pared; un espejo resquebrajado nos remite inmediatamente al himen y, la imagen final, a un hecho pleno de patetismo y connotaciones: una cama que sólo muestra las sábanas en desorden.
          La novedad de la perspectiva fotográfica, que trabajó un plano diferente al de Doré, hizo del libro presentado en Italia un relevante aporte a la sociedad contemporánea que buscó también, como el académicofrancés, un cuento de advertencia para los millones de niños que, año a año, sucumben por violencia sexual.
                  Perrault nos entregó un texto con valores éticos, estéticos, lúdicos, sociales y didácticos. Supo dar forma a la tradición, pero no se apartó de una verdad que conmueve al hombre desde la prehistoria a nuestros días. El secreto de su maestría puede comprobarse también en la actualidad de su moraleja: las adolescentes no deberían prestar atención a cierta gente que, por común denominador Perrault les llama lobos y llegan detrás de las doncellas hasta la casa y la habitación. “¿Quién ignora que lobos tan melosos son los más peligrosos?”
            En contrapartida a la imagen de este lobo arquetípico, entre otras contribuciones, encontramos el humor de Roald Dahl en sus Revolting rhymes, traducidas por Miguel Azaola:
CAPERUCITA Y EL LOBO
...Llegó por fin Caperu a medio día
y dijo: “¿Cómo estás, abuela mía?
Por cierto, me impresionan tus orejas!”
 
“Para mejor oírte, que las viejas,
somos un poco sordas”. “¡Abuelita,
qué ojos tan grandes tienes!”. Claro, hijita,
son las lentillas nuevas que me ha puesto
para que pueda ver don Ernesto
el oculista”, dijo el animal
mirándola con gesto angelical
mientras se le ocurría que la chica
iba a saberle mil veces más rica
que el rancho precedente. De repente
Caperucita dijo: “¡Qué imponente
abrigo de piel llevas este invierno!”
 
El lobo, estupefacto, dijo: “¡Un cuerno!”
O no sabes el cuento o tú me mientes:
¿Ahora te toca hablarme de mis dientes!
¿Me estás tomando el pelo?... Oye, mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra cosa”.
Pero ella se sentó en un canapé
y se sacó un revólver del corsé,
con calma apuntó bien a la cabeza
y ¡pam! —allí cayó la buena pieza.
 
Al poco tiempo vi a Caperucita
cruzando por el bosque... ¡Pobrecita!
¿Sabéis lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un sobrepelliz
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bobo.
 
*                 Muerte por amor y por imposibilidad de realizar la unión entre dos animales de diferente especie está presente en Gato Malhado y Andorinha Sinhá de Jorge Amado. Con una gran ternura el escritor despliega la relación entre un gato, que se impone por su fiereza, y una pequeña golondrina que aprende a besarlo aleteando sobre su corazón. La realidad los enfrenta a la imposibilidad de concretar su amor y Gato Malhado decide morir cuando su enamorada se casa con Ruiseñor y se dirige a lo de la Víbora Cascabel.
 
            “Cuando pasó frente a la casa de la fiesta, vio a los novios que salían, Golondrina también lo vio y adivinó el rumbo de sus pasos. Entonces algo rodó del cielo sobre el pétalo que Gato llevaba en la mano. Sobre el rojo de sangre del pétalo brilló la luz de una lágrima de Golondrina Sinhá. Iluminó el solitario camino de Gato Malhado, en la noche sin estrellas.”
            En este discurso literario están presentes la fragilidad de la pequeña novia, el temor de los demás porque Gato Malhado la engullera, la necesidad de ella de estar al lado de su amor, la sangre, como elemento simbólico que nace a partir de un pétalo de rosa y que es parte del sacrificio que se realiza con un final que los lectores desearían de otra manera, pero así son los relatos del Viento, a veces alegres, a veces tristes, a veces de deseos no satisfechos.
*                 Si enfocamos temas actuales veremos diferentes propuestas.
Por ej.: Ahora no Fernando, obra de David Mc. Kee, permite reflexionar sobre la comunicación entre un niño y sus padres sin dejar de ser una muerte:
“Hola, papá”, dijo Fernando.
“Ahora no, Fernando”, dijo su padre.
“Hola mamá”, dijo Fernando.
“Ahora no, Fernando”, dijo su madre.
“Hay un monstruo en el jardín y me va a comer”, dijo Fernando.
“Ahora no, Fernando”, dijo su madre.
Fernando salió al jardín.
“Hola, monstruo”, le dijo al monstruo.
“El monstruo se comió a Fernando enterito. No dejó ni una pizca. Luego el monstruo entró en la casa.
“GRRR...”, hizo el monstruo detrás de la madre de Fernando.
“Ahora no Fernando”, dijo la madre de Fernando.
Y el monstruo mordió la pierna del padre de Fernando y la madre de Fernando puso la cena frente al televisor y el monstruo la comió y cuando el monstruo le dijo: “Pero si soy un monstruo...”, le contestó la madre de Fernando:
“Ahora no Fernando”.
             “Ahora no, Fernando”, se convierte en leit motiv que marca etapas de crecimiento, de sucesivas muertes para aparecer en una fase más evolucionada. En este caso hablamos de una resurrección, un morir para nacer: se traga al niño para nacer como hombre.
*                En otros casos el monstruo es la bomba atómica que tiene un planteo muy lírico en Mil grullas de Elsa Bornemann. Deliciosa narración situada en el paisaje de Hiroshima, el 6 de agosto de 1945 con   la historia de una amor adolescente.
*               La agresión social por la violencia de la calle y la incomunicación que nos somete la marginalidad está presente en: De noche en la calle de la ilustradora Angela Lago que publicó Ekaré en 1999 y corresponde a la versión brasileña del 94 “Cena de rua” de RHJ livros. Allí se muestra la selva de cemento que es tolerante con quienes van en coche y no admite conductas equívocas en los chicos de la calle. Libro sin texto que habla por sus imágenes y hace un planteo circular: termina como comienza, porque así es la vida y la muerte que sucede día a día entre quienes andan desprotegidos por las calles.
 

 

*                 Otro libro que me ha conmovido es Juul deGregie de Mayer , un niño con rizos rojos al que le gritan: “¡Hilo de cobre! “ “Caca roja!” Y toma las tijeras y se corta el pelo, queda pelado. Y luego le dicen: “¡Bola de billar! ¡Canica! ¡Huevo!” Y Juul se pone un gorro por el que asoman las orejas que tampoco gustan y le llaman Dumbo y se las arranca. Como el gorro no tiene en qué sostenerse Juul no ve y se pecha con las cosas y le gritan que es bizco y no quiere saber nada con los ojos y también se los saca. Y era tal el dolor que Juul empezó a tartamudear y le gritaron :”¡Ja, ja, tartamudo!” Y Juul introdujo su lengua en un enchufe de luz y su lengua desapareció.
            Y así pasó con sus piernas, que fueron arrolladas por las vías de un tren, y sus manos que quemó con agua hirviendo, para que siempre estuvieran bien limpias. Y sus brazos, que metió en una jaula del Zoo y otro en el ascensor. Su tronco fue arrancado hasta que quedó sólo la cabeza que no rebotaba y no servía para jugar al fútbol y los compañeros la desechan.
            En eso llega Nora, lo levanta en su cochecito de muñecas, lo lleva a su casa, lo acaricia y le pone un lápiz en la boca y cuando le pregunta qué le pasó, Juul comienza a escribir: ”Yo tenía rizos. Rizos rojos. Hilo de cobre. Eso gritaban los otros: “¡Hilo de cobre! ¡Tienes mierda en el pelo! ¡Caca roja!” Por eso cogí las tijeras. Rizo a rizo me los corté...”
            Impresionante relato para representar la angustia que provoca la discriminación y la desesperación que entraña para quien la sufre. Muerte por no asociación. Muerte por no ser igual. Muerte del distinto, el débil, frente al fuerte de la sociedad. Muerte por la violencia larvada del menosprecio.
            Frente a este cuento, trabajado en España con niños menores de diez años, nos planteamos algunas dudas sobre la violencia y las respuestas a la agresión, la adversidad, una frustración o un vituperio. El Prof. Miguel Cherro, catedrático de Psiquiatría infantil, nos comentaba:     “La violencia es inherente a la vida y el niño vive de hecho sometido a situaciones violentas. Una cosa es eso y otra es cómo, nosotros adultos, con una herramienta tan poderosa en la manos, ya sea un cuento, una canción, un film o un programa de TV, mostramos esa violencia. Caperucita Roja es violenta, el Lobo se come a Caperucita y a su abuelita, pero el niño puede entender que esa violencia es metafórica y está al servicio de mostrarle algo que puede ser útil y hasta conveniente para él en su vida. Por esa línea podríamos seguir mencionando muchos de los cuentos tradicionales.
            En este cuento (Juul), la violencia es volcada contra sí mismo
por un sujeto que toma la opinión de los demás como descalificante, asume ese punto de vista y se autodestruye. El sujeto no enfrenta la opinión de los demás. No tiene discernimiento para juzgarse con objetividad.
Esa actitud despedazante y automutilante tomada contra sí mismo por aceptar al pie de la letra el juicio de otros no demuestra que los otros
hayan actuado así por falta de amor. Podría ser, cabe la conjetura, que actuaran así por envidia, por ejemplo o por frivolidad.
            Frente a cualquiera de esas actitudes la respuesta del sujeto no resulta adecuada. Pero tampoco la respuesta de amor que recibe en este caso concreto es suficiente para deshacer el entuerto. La alegoría parece aludir a una concepción perimida del autismo en que el sujeto se “fragmentaría” y sólo la respuesta amorosa del entorno sería el poxipol milagroso. No resulta feliz el cuento ni el simbolismo que pretende mostrarnos.”           
                
            Por otro lado, Paco Abril (1998, CLIJ, Nº 111), cuentacuentos, creador y Director de Programas de la Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular del Ayuntamiento de Guijón, relata su positiva experiencia con Juul , incluso habla de una reconstrucción de Juul. Es más, lo hace como tarea con collage al finalizar un encuentro con niños y expone esa reconstrucción. Esto lleva a que los niños le escriban y entre esas misivas leemos:
“Querido Juul:
Me llamo Sandra y tengo 12 años. En primer lugar, quiero agradecer a Nora, por todo el cariño que te está dando. Tu historia es muy fuerte y triste. Tus amigos, mejor dicho enemigos, te rechazaron como eras y creo que no es normal. Quiero que sepas que siempre hay alguien que te quiere; aunque tengas que buscar mucho lo acabas por encontrar. Si ellos no te quieren, peor para ellos.
“A mí tampoco me aceptaron cuando vine a Gijón, porque yo soy de Burgos y cuando todos me llamabas hamburguesa en vez de burgalesa, eso me molestaba.
“ También decían que tenía paletos largos y que parecía un conejo. Yo me ponía a llorar y empecé a coger complejo. Siempre me quedaba sola en los recreos y me apetecía tirarme al suelo y romperme todos los dientes. Por suerte, ahora todos son mis amigos y no se fijan en mis dientes. Tú deberías hacer lo mismo, pero ahora que tienes el cariño de Nora, reconstrúyete.”

            Es interesante que esta niña rescate la posibilidad de reconstrucción, ella pudo salir adelante con sus problemas y entiende que Juul está todavía a tiempo de hacerlo.

 
            Paco Abril, antes de narrar el cuento, trabaja con distintas preguntas como:¿Te gusta que te insulten?, ¿cómo te sientes cuando te insultan? (no se puede decir mal, hay que expresarse) . Luego narra el texto y vuelve a preguntar: ¿Qué es insultar?, a lo que un niño de 9 años respondió: “es pegar con palabras”. Y analiza la lexicografía y se explaya en contenidos semánticos y comparte con los autores de El arte del insulto que: “El insulto, en todas las sociedades, constituye una parte indispensable de un rito de violencia. Es el combustible que va calentando progresivamente el ánimo de los contendientes hasta llegar al punto de saturación que libera la agresividad directa.”
 

 

            Pero también Paco Abril redacta un cuestionario para que respondan sobre :!)lo que menos te gusta que te llamen en tu casa; 2)lo que menos te gusta que te llamen tus compañeros; 3)lo que menos te gusta que te llamen tus profesores; 4)imagina que puedes cambiar una parte de tu cuerpo, ¿cuál cambiarías?; 5)imagina que puedes cambiar algo de tu forma de ser , ¿qué cambiarías?
            Con las respuestas se puede hacer un inventario de adjetivos, hasta con los maestros que no son lerdos para calificar. Así una de ellos se acercó al encuestador y le dijo que ella los llamaba torpes, vagos, estúpidos y tontos, alguna veces, pero solo “para que no se duerman en los laureles y espabilen”. O bien, si se está satisfecho con madre natura, se puede concluir con Aristóteles que ser feliz es estar conforme con uno mismo.
Para Paco Abril, Juul es un regalo de amor, “termina con la esperanza que otorga el afecto, y es a la vez “un proyecto educativo de primer orden”.
 
*                 Una forma de violencia física, más difícil de encontrar en la literatura para niños la brinda el texto “ Las manchas de humedad” de Rafael Mondón (Uruguay):
            “A mí me gustan las manchas de humedad que hay en mi cuarto. Son tres. La más grande es medio verde y parece una laguna. Las otras dos son chicas. Una negra, como los ojos de mi perro. La otra es pálida y con forma de paloma.
La mayor es un reino con castillos y ejércitos donde yo soy el rey.
En la negra, juego a ser un astronauta en el espacio, visitando soles, conquistando lunas.
            A la otra, la pálida y con forma de paloma, solamente la miro. Y, a veces, me habla...
A mí me gustan las manchas de humedad que hay en mi cuarto.
Se parecen a otras que tengo acá, en el brazo...
Pero estas duelen más.
            Sé que mi papá no quiere hacer eso. Pero él me pega. Y aparecen manchas. Que duelen mucho.
            Yo trato de portarme bien, de hacer todos los deberes y dormirme temprano.      Pero papá me pega. Y mamá no dice nada.
     Y corro a mi cuarto a mirar mis manchas.
            Y juego a que soy astronauta, visito un mundo submarino y converso con mi amiga la paloma. Y poquito a poco me siento mejor.
            A mí me gustaban las manchas de humedad que había en mi cuarto. Una tarde gris mi padre vino con pintura y pinceles. Y tapó las manchas. Cerró los mundos. Encarceló la fantasía. Mató los sueños.
            Ahora solo me quedan las otras manchas. Las de acá, en el brazo. Las que algún día van a borrarse.
Algún día, prometido.”
*     La trascendencia es un tema interesantísimo que se puede abordar desde diferentes perspectivas: ¿qué es trascender: volver a la vida, pasar de monstruo a príncipe o princesa, salir de un sueño de cien años, pasar a una etapa superior, más evolucionada?, ¿renacer?
Es fácil advertir similares motivos en los cuentos tradicionales: Caperucita Roja (Grimm), Blancanieves y La bella durmiente son rescatadas de tres sueños diferentes para un final feliz. En otras ocasiones el regreso de la otra vida se hace a través de ritos de sociedades agrícolas primitivas, como el del árbol mágico, y el enterramiento de huesos, bien claro en Cenicienta de los Grimm.
 
         En “La Gata Cenicienta” deBasile,versión anterior a la de Perrault,  no se habla de la madre natural, sino de dos madrastras y Zezolla —que así es el nombre de la protagonista— que asesina a la primera madre sustituta con la tapa de un baúl. Este hecho, poco frecuente en los cuentos de hadas, lo encontramos también en “El enebro de las recopilaciones de los Grimm (Ed. Anaya, 1985) donde una madrastra mata a su hijo de idéntica manera, con otra similitud en lo que respecta a las versiones más antiguas relacionadas con los huesos: la hermana del niño los guarda, los entierra debajo del enebro y posteriormente el joven recupera la vida burlando el asesinato.
 El enterramiento de huesos alude un símbolo de la vida reducido a estado de germen, asimilable con la transformación de gusano en mariposa, en su crisálida. De los Hnos. Grimm recuerdo “El hueso cantarín”, que en Chile se conoce como “La flor de Lililá” (Blanca Santa Cruz Ossa), donde del enterramiento de los huesos del hermano menor surge una flauta encantada que, al ser tocada dice quién mató al hermano menor: “No me toques, padre, mío,/ ni me dejes de tocar / matáronme mis hermanos/ por una flor lililá.” Y por obra de prodigio vuelve a la vida el hermano menor. La versión alemana es más realista, solo aparece el esqueleto, que es depositado en una tumba del patio de una iglesia y los hermanos son cosidos dentro de un saco y enterrados vivos.
           Al árbol mágico le atribuimos interés, porque en los cuentos de animales el donante de ultratumba estaba representado por un elemento óseo. En la obra de los Grimm, los huesos de la madre enterrada se metamorfosean por magia —plantación de una ramita— en el árbol dador de objetos necesarios a la protagonista para revertir su situación y pasar a un plano de mayor prestigio.
       El árbol traduce uno de los símbolos más estudiados que, al crecer en forma vertical, se ha representado también como eje del mundo y en el preciso caso de Cenicienta establece diversas relaciones entre las que señalamos el vínculo madre/ hija;
madre/ padre a través de la hija;
 muerte/ vida; mundo invisible/
mundo visible;
magia/ realidad;
seguridad/ angustia;
cambio/ pasividad;
femenino/ masculino.
 
            El lugar en el que yace el cuerpo de la madre es elegido por la joven para plantar la rama de avellano, que no es cualquiera, sino la primera que tocó el sombrero de su padre. El enterramiento de huesos de animales tiene una larga historia en los pueblos cazadores que buscaban así, por ley de semejanza, caza abundante. Respecto al árbol que nace en una tumba el motivo es más reciente y no siempre asociado al anterior. Podríamos vincularlo a sociedades agrícolas primitivas en las que la inhumación de huesos buscaba asegurar la fertilidad del suelo. A través del llanto se hace presente el riego, el que nos induce a pensar en ritos y mitos asociados con intereses económicos.
            El árbol, en “Cenicienta” de los Grimm, trasciende la acción porque se convierte en auxiliar. Hadas y magos son los personajes más conocidos para realizar esta función, pero no los únicos que la realizan. En este caso el donante mágico es el árbol que representa a la madre muerta, por lo que se convierte en donante de ultratumba.
            Vladimir Propp en Edipo a la luz del folklore atribuye prestigio al árbol, porque de alguna manera traduce que:   1)la madre sigue presente en la mente y el afecto de la hija, pero también conserva algo de su estructura humana, la ósea al menos; 2) la madre continúa viva en forma de vegetal; y, 3) la madre se convierte en benefactora de su hija desde una vida diferente.
 
            En relación a las plegarias y el llanto, acción que la joven cumple tres veces por día junto a la tumba, podríamos asimilarlas con los rituales cristianos en sufragio del alma del difunto. Es imposible detenernos en el culto a los antepasados, solo buscamos señalar un nexo con los cuentos tradicionales, especialmente en este caso en que el muerto se transforma en una deidad cercana, que había prometido ayuda si la joven era “piadosa y buena”. Si hay un muerto, y un culto al mismo, es indudable que surgirá su colaboración. Es lo que sucede en “El enebro” que permite el reencuentro del padre y la hermana con el niño que la madrastra mató con la tapa del baúl.
Una forma de lograr un auxiliar mágico sería a través del culto a los muertos, como hemos visto, y hasta podríamos hacer una clasificación que atendiera el lugar del que provienen. En este caso es una rama que ha sido cortada de un árbol y podrá, por lo tanto por magia simpatética dar vida, frutos, abundancia. Por otra parte, el avellano ha sido considerado de por sí un árbol mágico, utilizado por druidas y poetas para encantamientos, buscado por los brujos en el medioevo, y en la simbólica representa constancia, fidelidad y matrimonio.
 
            El árbol, crisol de símbolos en tradiciones cristianas y paganas, en relación al cuento que estudiamos es presencia natural y mítica, plena de connotaciones mágicas y afectivas.
            La constante y fuerte presencia de ritos en los cuentos populares es claro índice de la antigüedad de sus orígenes, así como de su filiación en la realidad histórica. El hombre ha tenido necesidad de mantener vigentes algunas estructuras arcaicas que, como la magia, las transformaciones prodigiosas y los donantes, forman parte de un mundo simbólico que garantiza una seguridad que no poseemos y necesitamos.
            El niño también tiene necesidad de estos aportes que contribuyen a su completo e integral desarrollo sicoemocional. El cuento es el gran comunicador de expectativas, frustraciones y posibles soluciones que hará que el niño comprenda en forma subliminal todo un legado de pautas socioculturales, así como una posibilidad de salida para los conflictos que enfrenta en su evolución.
Se ha dicho que el cuento surgió de las clases oprimidas, de los hombres esclavos, dependientes de la naturaleza, por eso conlleva más de un significado que a través de la fe, la esperanza y la seguridad permite el atisbo de un futuro mejor y la posibilidad de evadir la situación conflictiva.
 El cuento se origina en la vida, pero la vida no se origina con el cuento y aunque manifieste vestigios de ritos, mitos y religiones, tampoco es el creador de los mismos.   En el caso particular de “Cenicienta” hay aportes insoslayables para el niño que van desde la sustitución de la madre natural por una adoptiva y la rivalidad fraterna al enfrentamiento con la sociedad y al logro de los objetivos deseados.
 
*                 Otra desmitificación se establece con pleno lirismo en un cuento de Mujica Láinez, El hombrecito del azulejo, donde la amistad de un niño y un duende burla a la muerte de San Telmo que, con los atributos bien conocidos de su simbólica, espera la medianoche para atrapar su presa.
            Para finalizar diremos que el espectro de posibilidades para el abordaje del motivo muerte, violencia y trascendencia en la literatura infantil se ha ampliado y podemos observarla en diferentes formas de presentación. La muerte implica siempre un ser para morir y volver a ser. El mensaje: “si la semilla no muere no da fruto”, parece haber sido aprendido bien por los autores que entregan el poder de su pluma a los niños. Y esto lo advertimos en Saramago (La flor más grande del mundo) donde un niño es capaz de caminar kilómetros para dar gotas de agua-vida a una flor que se marchita y renace por el deseo y la voluntad de un niño. Y también en Juul que es rescatado afectivamente por la ternura de una niña.
 
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Autor: Dra. Sylvia Puentes de Oyenard

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