Orígenes de la literatura infantil en el Perú
Danilo Sánchez Lihón
Escritor y ensayista peruano
“No hay cifra hablada que no sea suma
no hay pirámide escrita que no sea cogollo”
César Vallejo
En literatura cada día se empieza y también cada día continúa, queriendo decir con ello que siempre hay inauguraciones, etapas que son nuevas, puertas que se abren, pero también hay una línea de proyección y continuidad que no cesa. Aceptar que sólo se continúa es quitarle emoción y originalidad al arte, así como negar la continuidad es postular la fragmentación y el caos, que en este caso no existe.
La literatura infantil en nuestro país es remota como el hombre que echó raíces y se afincó en esta tierra; y su evolución es entonces la misma que rige la historia, pudiendo distinguirse cuatro grandes etapas con características sociales, económicas y culturales muy propias. Ahora bien, así como hay símbolos que dieron inicio a esas distintas etapas, también hay obras originales y fecundas que son hitos inaugurales de la literatura infantil en esos grandes períodos del proceso cultural del Perú.
EL LAS CULTURAS REGIONALES PREINCAS
Perú es un país con un ancestro muy hondo en el tiempo y en la intensidad de sus manifestaciones artísticas, consecuentemente para comprenderlo no se puede partir ni desde el mestizaje histórico, cultural o racial –resultado de la conquista española– ni siquiera desde la instauración del imperio incaico. Mucho antes se desarrollaron extraordinarios reinos y señoríos regionales como fueron las culturas: Chavín, Tiahuanaco, Mochica, Chimú, Nazca, que felizmente los incas en su dominio imperial de sólo 200 años supieron respetar y valorar.
Las primeras obras de literatura infantil en el Perú indudablemente son los mitos, leyendas, fábulas, cuentos, poemas, canciones, adivinanzas, rimas, decires, en fin, todas las manifestaciones del arte literario aborígenes, con los cuales hallaron solaz, recreación y formación nuestros niños de las primeras culturas que se establecieron y desarrollaron en nuestro suelo.
Estos aportes perviven; constituyen un substrato importante de nuestra cultura y ser nacional; han resistido todas las acciones de aniquilamiento sistemático que se desataron sobre ellas. Y quedan testimonios maravillosos de las cosmogonías, visiones del mundo, interpretaciones de la realidad que hicieron esas culturas regionales que además de ser numerosas fueron las de más larga duración, razón por la cual no hay una única fuente sino infinidad de ellas. Algunas más elaboradas y coherentes, otras más primitivas y simples.
Para mencionar sólo un ejemplo me referiré al universo que puebla Dioses y hombres de Huarochirí, esa especie de Popul Vuh que presenta la concepción del mundo de sólo una provincia del Perú, aunque en sus proyecciones constituya un cuadro coherente y completo del mundo y la sociedad de toda esa época y región. Quien lee con ojos nuevos
Dioses y hombres de Huarochirí no puede sino pensar que obras como esas son puntos de partida y cimas, a la vez, de la literatura infantil en el Perú.
Podemos imaginar las reuniones familiares de esas comunidades en las que se recreaban esos relatos fantásticos y también imaginar a los niños de esas épocas, maravillados y embargados por esas historias extraordinarias. Algunos pasajes de
Dioses y hombres de Huarochirí han sido seleccionados y constituyen piezas de antología en los libros y textos infantiles como “El Walcón y sus hijos”, que forma parte de la Antología de la Literatura Infantil Latinoamerica publicada por el CERLALC.
Dioses y hombres de Huarochirí, narrada por informantes indígenas alrededor de 1598 y recogida por el sacerdote cuzqueño y extirpador de idolatrías Francisco de Ávila, es una obra tierna y crispada, serena y violenta, dulce y cruel. Para apreciarla basta saber que estos apuntes fueron hechos para dar testimonio del error y el pecado en el cual vivían los infieles y momentos antes de pasar a destruir despiadadamente todo esos vestigios y consecuentemente todo un universo.
Se los anotó como justificación de la conquista y como constancia de la infidelidad de los nativos para con la iglesia por no haberse enterado con la debida anterioridad de la existencia de la religión cristiana. La obra fue traducida del quechua al castellano por José María Arguedas y fue recién editada en el año 1966.
EN EL INCARIO

En el incario el niño participaba, así como del bienestar y de la consideración que merecía todo ser humano, de la educación y del arte. Los amautas tenían a su cargo la formación de los niños y jóvenes en los yachaywasis o casas del saber y los haravecs eran los poetas o trovadores populares quienes además de enseñar civismo y formar en los preceptos morales, enseñaban los mitos y leyendas a la juventud.
Fueron obras inaugurales de la literatura infantil en la etapa del incanato leyendas tales como:
Manco Cápac y Mama Ocllo,
Los Hermanos Ayar, la
Leyenda del Achirana, que tenían los incas. Asimismo, los poemas y canciones que entonaban en las celebraciones y fiestas, como las recogidas por el cronista Blas Valera, una de las cuales dice:
“Bella princesa
tu mismo hermano
tu cantarito
hace pedazos”.
El análisis de gran parte de la literatura quechua revela que tuvo como fin enseñar mediante mitos, leyendas, poemas y narraciones en general a la juventud y niñez. Posiblemente a fin de lograr más fácilmente la labor de integración, que fue un empeño y una política de Estado de los gobernantes de aquella época. Corrobora esta tesis la naturalidad, estructura y personajes de las composiciones, su sentido ético y gran contenido didáctico; su claridad, sencillez y el encanto que todas aquellas composiciones poseen.
Dicha literatura con los contenidos y características expuestos, era de naturaleza oral. Se transmitía en las

jornadas de trabajo y en las celebraciones y fiestas, en las cuales se cantaba y bailaba dichos temas, eventos en los cuales participaban naturalmente los niños. A este respecto, es interesante considerar el testimonio del cronista Murúa de cómo en el incanato se narraban mitos, leyendas y fábulas, cuando dice:
"
En los cantares, bailes que ellos llamaban y hoy en día llaman arábico, memoran y recuerdan las cosas pasadas antiguas de esta manera: juntábanse de las manos o de los brazos y uno de ellos guiaba, y así iban cantando en coro; la guía comenzaba y los otros respondían; y esto les duraba tres o cuatro horas, hasta que la guía acababa su historia y algunas veces juntamente con el canto mezclaban un tambor, y así decían sus historias y memorias pasadas".
EN LA CONQUISTA Y EL COLONIAJE
Con la irrupción española, consecuencia del proceso de conquista, se da inicio a una nueva etapa en el proceso de la nación peruana, considerándose al Inca Garcilaso de la Vega como el primer mestizo espiritual de América, siendo en la páginas de los
Comentarios reales de los incas donde se encuentran las obras inaugurales de la literatura infantil correspondientes a ese infausto período.
Buena parte de los
Comentarios están escritos en base a las tradiciones que los indios contaban a Garcilaso cuando era niño. Como él mismo lo declara, su crónica no es más que la transmisión fiel de la tradición oral de los incas que el "mamó" en la leche materna y que oyó en sus "niñeces" a su madre, hermanos, tíos y otros mayores.
Los
Comentarios reales de los incas no sólo están escritos con una "visión de infancia", sino que por su amenidad, intimidad y limpidez es una obra que contiene numerosas páginas que los niños han hecho suyas, lo cual corrobora la naturaleza de la obra de estar descrita desde una perspectiva juvenil. Es sintomático incluso cómo partes importantes de la obra han sido reunidas por Raúl Porras Barrenechea y presentadas como
Recuerdos de infancia y juventud.
Hay en los
Comentarlos Reales de los incas –intercalados con hechos y eventos históricos– relatos tales que parecieran escritos con la más fina fantasía infantil. Así, por ejemplo, los sucesos;
De un caso extraño que pasó en el valle de Hacarí o
La aventura de Rodríguez Niño y los galeotes que narra las peripecias de un personaje a quien encomendaron partir a España con un gran número de galeotes y éstos se les fueron perdiendo a lo largo del camino. Narraciones como éstas hay varias que son, como el autor declara, "para distraer y no hacer la lectura monótona".

Pero señalaremos como pieza simbólica de este momento en el desarrollo de la literatura infantil del Perú, la historia de Pedro Serrano que nos cuenta Garcilaso casi al iniciar los
Comentarios, muy significativamente cuando trata de "La descripcion del Peru", historia que narra las peripecias de un náufrago en una isla del Caribe y que, además de ser sumamente amena, guarda una extraordinaria similitud con el Robinson Crusoe de Daniel Defoe, escrito 110 años después en Inglaterra; parecido tal que ha hecho suponer a algunos críticos que Defoe escribió sobre la base de la obra de Garcilaso, quien nos narra que la historia la oyó contar a García Sánchez Figueroa que conoció a Pedro Serrano y certificaba que lo había oído a él mismo. Garcilaso la cuenta a propósito de explicar por qué algunas islas del Caribe llevan el nombre de Serrana y Serranilla como consecuencia de este suceso.
EN LA INDEPENDENCIA Y REPÚBLICA
Quien inaugura la literatura infantil de la época del Perú independiente es Mariano Melgar, el poeta que cantó e inmortalizó a Silvia, el auditor de guerra del ejército patriota de Pumacahua, quien hecho prisionero después de la batalla de Humachiri fuera condenado a muerte y fusilado en la mañana del 12 de marzo de 1815, cuando apenas tenía 25 años. El escribió hermosas y profundas fábulas, no sabemos si conscientemente o no dedicadas a los niños; no importando para el caso este último aspecto puesto que mucho de la buena literatura infantil sus autores al escribirla no supieron que sería adoptada por niños y jóvenes.
En Melgar lo que nos ha hecho olvidar al fabulista extraordinario y al escritor con valor pedagógico y concientizador es su vida fulgurante, la excelencia de su poesía amatoria y romántica, su arraigo como cantor popular y la encarnación que hizo de tos ideales de rebeldía, justicia y libertad.
Son sus fábulas una crítica a la sociedad colonial, en donde hay una clara identificación por la causa indígena, implícita ternura por lo nativo, mezcla de tradición hispánica y emoción rural, dominio de las formas del discurso literario occidental pero también incorporación de formas literarias quechuas, logrando con todo ello un mestizaje que se proyecta como realidad e ideario hacia el presente y el futuro.
Hay influencias indígenas que se imprimen en las fábulas de Melgar y que son aquellas que precisamente lo convierten en una genuina literatura infantil, así: a) al recurrir a personajes comunes para el indígena, como son los animales de su entorno; b) el sentido alegórico; c) la riqueza de percepciones y sensaciones que las colocan muy cerca del mundo del niño.
Consecuente con sus principios, Melgar utilizó la fábula para enseñar ideas revolucionarias que no se podían decir abierta y explícitamente en aquella época. Así, por ejemplo, en una de ellas titulada "El cantero y el asno" satiriza agudamente al régimen colonial: en "Las aves domésticas" los gallos (léase los indios) destrozan a un orgulloso pavo real (léase explotador o señor feudal), razón por la cual éste como otros autores merecen que sus obras sean presentadas en ediciones para niños que pueden ser, en cuanto a ideales, sus mas auténticos continuadores.
Consideramos que son estas manifestaciones artísticas y culturales, plenamente coincidentes con el inicio de los cuatro grandes momentos de la historia peruana, las que inauguran la literatura infantil en nuestro país marcando su huella e impronta a lo largo de las cuatro etapas históricas ya señaladas, haciendo un conjunto pleno de grandeza, de fascinación y, sobre todo, de una aureola legendaria como lo es esencialmente el Perú.