QUÉ NOS DEJÓ EL 2009 EN LITERATURA INFANTI Y JUVENIL BOLIVIANA?

Desde hace unos diez años atrás la literatura infantil y juvenil ha comenzado a ser parte importante de la formación del lector en nuestro país. Padres y docentes vamos comprendiendo que a leer se aprende leyendo, y que no podemos improvisar a Shakespeare o a Verne a los 14 años sin un recorrido lector previo que haya pasado por las páginas de Ana María Machado, Graciela Montes, Anthony Brown, Verónica Linares, Evelio Rosero o Edna Iturralde, por nombrar a algunos autores dedicados a la literatura infantil. Los libros para niños y jóvenes son el puente necesario para llegar a una buena comprensión, selección y crítica de la literatura de adultos, pero sobre todo para convertir a nuestros niños en amantes de los libros.




Como en todo, las editoriales publican cientos de títulos cada año de los cuales solo dos o tres valen la pena. El papel de padres, maestros y especialistas es precisamente encontrar esos dos o tres tesoros que atrapen a sus lectores, pues así como un buen libro deja huellas profundas en un niño, un mal libro lo puede alejar para siempre de la lectura. En Bolivia esta selección es mucho más sencilla si la comparamos con el trabajo que tienen que realizar especialistas de otros países latinos cuyas publicaciones sobrepasan los cientos de títulos. Pese a que en el 2009 todas las capitales de departamento han tenido su feria del libro, el registro de literatura publicada que ha llegado a la Academia  Boliviana de Literatura Infantil y Juvenil es de 29 que, aún con un amplio margen de error, no creo que duplique la cifra. A diferencia del año pasado -cuya cifra era de 10 títulos más- se ha ganado contacto con Cobija y Trinidad que han dado a conocer sus publicaciones destinadas a los niños, pero no se ha constatado la existencia de algún libro en otras lenguas como la colección en aymara que presentó el Taller de Historia Oral Andina (THOA) el año pasado.




Los más pequeños, entre los 4 y 8 años han tenido una gama interesante de temas en el género cuento. Cinco pequeñas historias de Carmen Elsy Alpire, El pájaro siringuero, ¿Es o no es una nuez?, Caudales, El picaflor y ¿Son ladrones?, dan cuenta de la forma de vida de los niños en la región pandina en cuanto al cuidado del medio ambiente, su intervención en el cultivo de la castaña, leyendas sobre el origen de algunos animales, etc. Muy parecido es el tema que utiliza Julia Sueldo en sus dos cuentos cruceños. Mi tucancillo, donde trabaja el respeto por los animales, y Una visita inesperada con un mensaje de amistad entre los animales del trópico y los de la zona andina (La Hoguera). Cuatro libros de concepción distinta, de autores cochabambinos, son los que publicó Editorial Kipus que muestran en su interior hojas troqueladas que se abren cual diminutas ventanas para ofrecer imágenes sorpresa al pequeño lector. Es el caso de La coneja buscando pareja de Oscar Novillo, Cachito de Guillermina Jofré, ¡Mira qué maravilla! de Isabel Caero y ¿Eres ave o eres flor? de Aida Soria Galvarro.




En este grupo de edad, lo más destacado tanto por el texto como por las ilustraciones son tres títulos. Pankarita y los Achachilas de Liliana de la Quintana (Gente Común) que es la historia de una niña aymara que busca ayuda en los cerros achachilas para resolver los problemas de su comunidad, con ilustraciones a todo color realizadas por Miguel Ángel Burgoa. De la misma editorial la reedición de Los guantes de Agustina, un clásico de Verónica Linares en formato cuadrado, editado a todo color con ilustraciones de Viviana Navarro. Finalmente, un libro valioso porque apuesta a la pura fantasía y porque está muy bien ilustrado es Zarigüeyo de Yara Riveros. Autora e ilustradora de la historia, nos presenta un problema cotidiano de un zarigüeyo y una vaca con habilidades mágicas que viven en una estrella (Fundación Herrman/Plural).




Entre los 8 y 12 años la oferta de cuento es mínima. Grupo Editorial Kipus publica Cuentos de Siempre de Jenny Mounzón, y un muy buen libro de Adolfo Cáceres Romero, El despertar de la Bella Durmiente. No podemos dejar de mencionar a Velia Calvimontes con su libro Desde el ciberespacio: Babirusa con sus e-mails donde distintos objetos dan recomendaciones a los niños a través de correos electrónicos.




La poesía, como siempre, es el género con menos títulos. Este año solamente se publicaron dos libros. ¿Eres ave o eres flor? de Aida Soria Galvarro, comentado anteriormente, y Bajaron las nubes de Norma Mayorga. Ambos destinados a los niños más pequeños.




Sin duda alguna, los mayores beneficiarios del año 2009 fueron los jóvenes que recibieron una oferta de calidad con siete novelas de autores bolivianos. Tres de ellas llegan a los muchachos entre los 12 y 14 años. Me refiero a Uma y el círculo mágico, una novela corta donde prima el elemento fantástico, de Mariana Ruiz (La Hoguera). Silvia Alvarez, autora argentina que vive muchos años en Bolivia, nos regala Las palomas mensajeras; una novela extraordinaria sobre una niña que debe vivir con la abuela mientras los padres están en el exilio. Benjamín y el Bastón de Zenón, de la cruceña Sarah Mansilla, sigue la saga que comenzara el año pasado sobre las aventuras del grillo Benjamín y sus amigos en el bosque chiquitano. Este último, ha sido uno de los libros más vendidos y de mayor aceptación entre los chicos.




A partir de los 14 años, editorial La Hoguera tiene una propuesta interesante de dos novelas de amor ambientadas en el pasado. La francesita de Alcides Parejas, que coloca a los dos enamorados en la capital cruceña del siglo XIX con la presencia del científico Alcides D´Orbigny y una muestra de las costumbres y formas de vida de la época. Y una reedición muy bien elegida de Hernando Sanabria, La de los ojos de luna, novela que tiene lugar en un convento de Sucre donde se suscita la misteriosa visita nocturna de un alma en pena que involucra a jóvenes universitarios de la época colonial.




Dos novelas con temas actuales latentes en el país son las que proponen Gaby Vallejo y Carlos Vera. La autora cochabambina nos trae Tatuaje mayor, una historia muy bien escrita sobre una joven que hereda el diario de su abuela que a medida que lo va leyendo le permite hacer una comparación con su vivencia amorosa en una época donde la droga, las pandillas juveniles, el libertinaje sexual y los tatuajes son parte inevitable de la juventud. Vera, ganador del "Premio Nacional de Novela Juvenil Alfaguara" (2009) escribe una novela excepcional que toca el tema de la migración haciendo una analogía entre los migrantes y los murciélagos en El vuelo del murciélago Barba de Pétalo.




Dos obras de teatro juveniles de Sonia Alemán de Uribe, Teatro Casimira... ni mira y Teatro papelitos y niños culpables, con tema escolar, el primero, y de índole social, el segundo, son las únicas ofertas en este género.




No se pueden dejar de lado aquellos libros para niños que no son de tema literario, pero que se destacan no solamente por la valiosa información que ofrecen sino por su calidad estética. Historia de Arte para niños de Yolanda Bedregal (Plural), es un libro de tapa dura que recopila 52 artículos que la autora escribiera para La Razón entre 1948 y 1947. Complementado con el arte del siglo XX por su nieta, Alejandra Echazú, el libro ofrece imágenes a todo color de las obras de arte universales intercalando con personajes en dibujo animado realizados por Pablo Loayza.




La linterna mágica de Liliana De la Quintana (Nicobis) es el primer libro para niños sobre cine y video boliviano en el que la autora muestra las personas, técnicas e instrumental necesario para hacer cine, además de una selección de las obras que más se acercan a la niñez y juventud. Una bellísima edición a todo color ilustrada por José Aramayo.




Las propuestas indudablemente fueron pocas y si me dieran a escoger al género ganador del 2009 me quedo con la novela que este año tuvo calidad literaria y temas distintos a lo convencional. Los autores no podemos olvidar que nuestro destinatario son niños, niñas y jóvenes del siglo XXI que en lugar de interesarse -como afirma Ricardo Mariño- "por el aleteo de una mariposita que salta de flor en flor, en un mar de diminutivos, adjetivaciones empalagosas y maravillosos sentimientos, prefieren la música que producen las cabezas que caen rebotando desde la vela mayor en una buena trifulca de piratas."

Autor: Isabel Mesa Gisbert

Fecha: 28 Febrero, 2012