LA INFLUENCIA DE JOHN LONG SILVER EN LA MADURACIÓN DE JIM HAWKINS

LA INFLUENCIA DE JOHN LONG SILVER  EN LA MADURACIÓN DE JIM HAWKINS

10 Marzo, 2023

LA INFLUENCIA DE JOHN LONG SILVER  EN LA MADURACIÓN DE JIM HAWKINS

 

                                                                                por     Isabel Mesa

                                                                                                                                               

 
 
En 1883, Robert Louis Stevenson vio publicada en forma de libro su obra “La isla del Tesoro” que entre 1881 y 1882 se había dado a conocer por capítulos. Esta novela fue su primer éxito económico como escritor, pues uno de los aciertos de Stevenson, que llevó a la novela a convertirse en una valiosa obra juvenil, fue el intercambio de ideas que tuvo con Lloyd Osbourne, hijo del primer matrimonio de su esposa Fanny, cuando el joven de trece años le pidió un relato. Como decía el mismo Stevenson tenía un muchacho a mano que serviría de piedra de toque[1], que posteriormente se vería identificado como el protagonista de la novela. Las conversaciones con Lloyd le dieron muchas de las ideas sobre la obra desde la perspectiva de un adolescente. Una de ellas, por ejemplo, fue la imposición de Lloyd para que fuera una historia solo con personajes varones. Luego, el escenario surgió cuando a Stevenson se le ocurrió dibujar el mapa de una isla donde se encontraba un tesoro imaginario. Era una lámina que fue llenando de detalles, nombres y lugares que capturaron inmensamente la imaginación del autor quien aseguraba que escudriñar aquel mapa era igual que el niño que apoyando la cabeza sobre la hierba, mira el bosque infinitesimal, y lo ve poblarse de ejércitos de duendes[2].
 
José María Alvarez, analista de la obra, coincide en que la novela trabaja al adolescente y está destinada para él. Se trata de la crónica del aprendizaje de un joven... la historia del sueño libertario, de la huída al mar, del viaje como destino... de la gran pregunta de hoy ¿cómo vivir?[3] Alvarez hace hincapié en que “La isla del Tesoro” es un juego de lealtades y supervivencia, de fascinaciones y renuncias, y en suma, un aprendizaje de vivir, que transforma al niño asustadizo... en el encallecido y veterano Jim Hawkins que regresa a Bristol como regresaban todos los viajeros más sabios[4].
 
Al igual que “David Copperfield” de Charles Dickens, “La isla del Tesoro” puede considerarse un Bildungsroman, es decir, una novela de aprendizaje. La muerte del padre hace que el protagonista, Jim Hawkins, alcance su madurez por sí mismo, tomando sus propias decisiones a través de la convivencia con gente adulta y de las experiencias a lo largo de una aventura que lo llevarán a definir el concepto del bien y del mal para encontrar su identidad. De acuerdo a las novelas de la época victoriana, la maduración del personaje resulta aun más ejemplar si el personaje pasa por una infancia difícil. De ahí la elección del viejo cocinero John Long Silver como pieza clave para influir en la maduración de Jim Hawkins. No en vano el nombre original de la novela fue  “El cocinero marino”, ya que el personaje fundamental es John Silver. Al respecto, Stevenson comenta: Tenía una idea para John Silver que prometía traerme un caudal de entretenimiento: tomar a un amigo a quien admiro, despojarlo de todas sus mejores cualidades y más elevadas prendas de temperamento, dejarlo sin nada más que su fuerza, su valor, su agudeza y su magnífica cordialidad y tratar de expresar estos rasgos  en términos de la cultura de un marinero burdo[5]. Stevenson estaba orgulloso de su personaje a quien siguió admirando como un aventurero formidable y adulador.
 
La crónica de aprendizaje de la que nos habla José María Alvarez empieza a forjarse en los encuentros que Jim Hawkins y John Silver sostienen a lo largo de la novela en seis intensas escenas que transformarán al niño asustadizo Jim Hawkins en un encallecido y veterano marinero.
 
El primer encuentro con el cocinero es fundamental para comprender los sentimientos de Jim Hawkins hacia Silver a lo largo de la aventura. El pirata maneja la situación con tanta sagacidad que el muchacho queda totalmente prendado con la figura del viejo marino, quien astutamente engaña al niño haciéndole creer que está de su lado. Sin embargo, la gran conquista sobre Jim es cuando ambos salen a caminar por los muelles y donde Hawkins afirma que la compañía de Silver resultó fascinante. Un muchacho de 13 años no podría haber quedado más entusiasmado ante toda clase de explicaciones sobre los diferentes navíos, sobre sus aparejos, desplazamientos y nacionalidades y qué maniobras estaban haciendo, o con la repetición de refranes. Así, el relato de Jim Hawkins sobre este encuentro termina con la frase: Silver era el mejor compañero que yo podía desear[6].
 
El objetivo de Silver es conseguir la amistad de Jim a toda costa porque el muchacho está cerca del capitán, de Trelawney y de Livesey.  Así que la segunda vez que ambos se encuentran, esta vez en la cocina del barco, John Silver lo trata con mucha cordialidad y atrapa la atención de Jim con las historias del Capitán Flint, el loro que ha vivido 200 años y que ha navegado con los piratas más famosos. Además, el loro blasfema y, obviamente, como a cualquier adolescente, eso divierte a Jim quien concluye: me hacía ver en él al mejor de los hombres[7].
 
El tercer encuentro desmorona la figura de Silver ante los ojos de Jim. Es en este momento en el que Jim se da cuenta de que las cosas no se ajustan a como debieran ir. Descubre la traición del viejo pirata y lo invade un sentimiento que en un principio no comprende. El hombre que consideraba su amigo es un traidor que lo ha utilizado, lo ha engañado y, lo que es peor, que ha destruido su amistad. Jim define ese momento dentro del barril como mi corazón y mi valor se paralizaron[8]. Es lógico que un muchacho de trece años, en una situación similar, tuviera un sin fin de sentimientos encontrados entre desilusión, odio, rabia, pero sobre todo miedo y terror. Jim sabía que nadie lo había visto dentro del barril, pero durante el resto del viaje Jim recordó:  áun así me infundía tal pavor por su doblez, su crueldad y su influencia sobre los demás marineros, que apenas pude disimular un estremecimiento cuando me puso la mano en el hombro[9].
 
El golpe de gracia para terminar con la relación fue cuando Jim, oculto en la copa de un árbol de la isla, vio a John Silver, a aquel buen tipo, atacando a su compañero por la espalda con la muleta y luego apuñalarlo hasta matarlo. La sensación que debió tener Jim en ese momento, aun habiendo visto al principio de la aventura varios ataques entre los piratas, debió haber sido muy intensa. A sus trece años estaba presenciando un asesinato a sangre fría y por eso durante unos instantes el tiempo se desvaneció y cuando Jim volvió en sí aquel monstruo se había incorporado como si nada. Apenas pude entender que allí se había cometido un asesinato y que una vida humana había sido cruelmente segada ante mis propios ojos[10].
 
La quinta vez que Silver y Hawkins están juntos es posiblemente en la que Jim se congracia con el cocinero. Es decir, que la relación que Silver crea con Jim en un principio es sólida y había estado perfectamente trabajada. Jim es secuestrado y los marineros quieren dar fin con él; sin embargo, John Long Silver lo defiende, cura sus heridas, le ofrece de beber y lo alaba permanentemente ante la mirada insólita del resto que no puede hacer nada bajo la gran influencia que ejerce el viejo pirata. Jim tiene la posibilidad de huir de su encierro, pero no lo hace. Silver lo sigue tratando como a un amigo, entonces el muchacho no duda en empeñar su palabra de no escapar y la cumple como el adulto que está comenzando a asomar.
 
Finalmente, cuando John cae en manos de Trelawney y Livesey, Jim siente consideración por el pirata. Pese a todo lo malo que este personaje haya podido ser, existe un lazo muy fuerte que le permite a John caminar en libertad dentro del encierro. Pero Silver es el pirata que no cambia y aprovechando la situación escapa en un bote con una pequeña fortuna. Nadie lo retiene ni lo demanda ni lo busca. El mismo Jim ha sido cómplice de la huida de John Long Silver, aquel buen tipo que ha sido capaz de cambiar su vida. Aquel personaje fascinante que le muestra el deleite del mal, lo que significa ser un pirata de baja ralea, la intensidad de vivir una aventura y de sacar provecho de todo. Sobre todo, John Long Silver le ha enseñado al pequeño Jim a vivir y a madurar.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Alvarez, J.M.                        “Apéndice”. En R.L. Stevenson. Biblioteca Juvenil. Ed. Anaya.

Madrid, 1988.

Stevenson, R. L.   La isla del Tesoro. Biblioteca Juvenil. Ed. Anaya. Madrid, 1988.

Stevenson, R. L.   “Mi primer libro: La isla del tesoro”. En A propósito de Stevenson

y su obra. Grupo Editorial Norma. Colombia, 1999.

Maestros de la Literatura Universal. Inglaterra (1). Ed. Oveja Negra. Colombia, 1984.

 

                       

 

 

 

[1] Stevenson, R.L.                    “Mi primer libro La Isla del Tesoro” en A propósito de Stevenson y su obra. Grupo Editorial Norma, Colombia, 1999. Pág. 14.

[2] Stevenson, R.L.                    Ibidem. Pág. 13.

[3] Alvarez, José María              “Apéndice” en La isla del Tesoro. Biblioteca Juvenil. Ed. Anaya. Madrid, 1988. Pág.252.

[4] Alvarez, José María              Ibidem. Pág.252.

[5] Stevenson, R.L.                    “Mi primer libro La Isla del Tesoro” en A propósito de Stevenson y su obra. Grupo Editorial Norma, Colombia, 1999. Pág. 14.

[6] Stevenson, R. L.                   La isla del Tesoro. Biblioteca Juvenil. Ed. Anaya. Madrid, 1988. Pág. 65.

[7] Stevenson, R. L.                   Ibidem. Pág. 75.

[8] Stevenson, R. L.                   La isla del Tesoro. Biblioteca Juvenil. Ed. Anaya. Madrid, 1988. Pág. 84.

[9] Stevenson, R. L.                   Ibidem. Pág 87, 88.

[10] Stevenson, R. L.                 Ibidem. Pág 102.

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