Las VI Jornadas de Animación a La Lectura, Escritura y Observación (JALEO), que tradicionalmente tienen lugar en Valencia, España, aprovecharon las circunstancias globales de la pandemia para dar la vuelta a la actividad y lanzarse a las redes.
Con un nutrido programa de talleres y seminarios, una apertura verdaderamente inclusiva y democrática, que tuvo en cuenta tanto a actores latinoamericanos como españoles, la iniciativa de Mar Benegas y Jesús Ge tuvo verdadero éxito y trascendió todas las fronteras.
A continuación, Verónica Linares nos habla del taller impartido por la española Ana González Lartitegui, Mariana Ruiz analiza el taller de la colombiana Yolanda Reyes, y Liliana De la Quintana comenta el taller que dio la chilena Alejandra Hurtado.
Lo que cuenta la imagen
Por qué y cómo de los libros ilustrados
Conferencia de Ana González Laritegui
Verónica Linares
Escritora
 Ana G. Lartitegui (Bilbao, 1961) es ilustradora de libros infantiles, investigadora y conferencista. Además, diseña y coordina propuestas de animación lectora, la promoción de la ilustración y la literatura infantil para el Gobierno de Aragón. Muchos de sus libros, escritos por Juan Lairla, han sido premiados y destacados: El ciempés metepata (Anaya 93); El charco del príncipe Andreas (SM, Madrid 96); La carta de la señora González (Fondo de Cultura Económica,00).
En este taller, que en el marco de JALEO, tuvo dos días de duración, Ana se explayó no sólo en el contenido teórico de lo que significa la imagen, sino que dio a conocer muchos ejemplos de libros álbum y libros ilustrados que utilizan diversas técnicas para crear distintos efectos y significados en la mente del lector.
Ana, haciendo énfasis en que las imágenes de un libro deben dialogar con nuestra psique, activa una serie de significados, y crear pistas, partió desmintiendo cuatro mitos acerca de la imagen:
- Las ilustraciones de los libros no se leen. Se puede llegar a tocarlas, olerlas, sentirlas, interpretarlas, pero no leerlas como se hace con el código escrito.
- Las imágenes no están al servicio de la palabra, ya que se las procesa en niveles no racionales. No necesitamos de las palabras para sentir o interpretar una imagen.
- El lenguaje visual se aprende. Aprendemos a interpretar un dibujo y sus claves, no es algo espontáneo y existen distintos niveles de sofisticación.
- La cantidad de imágenes en un libro no tiene que ver con la edad lectora. Todo depende del tratamiento temático y del nivel de interpretación y de sofisticación que el lector puede entender.
Por lo tanto, leer y mirar no es lo mismo. La lectura implica un código, el mirar una imagen implica un enunciado visual que comunica.
De esta forma, en estos enunciados visuales que son las imágenes, la señalética, los íconos visuales, los trucos gráficos como los globos de diálogo, las líneas cinéticas, los signos, las perspectivas, el uso de los colores, las formas y las texturas son la base para poder interpretarlas.
Es así que el percepto es la unidad del pensamiento visual, que se vincula con lo perceptual. Este tiene un nivel de automatización mayor al pensamiento textual ya que todos los detalles de la imagen se conectan, más allá de la palabra.
Toda representación visual requiere de tres elementos básicos: el color, la forma y la textura. Los colores, su luminosidad, tonalidad y contrastes dan efectos distintos y producen significados diversos, también de acuerdo a los lectores. Las formas también tienen diversos niveles de significado y representan cosas de la realidad que el lector puede identificar o no. La textura de la imagen hace referencia al tacto, a la sensación que puede dar una técnica específica: de dureza, suavidad, rugosidad, espesor…
Por otra parte, la imagen contiene unas dinámicas de composición que son la dirección, el ritmo, el encuadre, las proyecciones y las perspectivas. Gracias a estas, el ilustrador guía la mirada del lector, dando diferentes valores y significados a las imágenes. De hecho, puede crear metáforas, hipérboles y otro tipo de figuras, gracias a la composición de las imágenes.
Ana también habló acerca de las características y elementos del libro álbum, definiéndolo como un todo coherente y organizado, en el que cada detalle, desde la tapa, las cubiertas, las guardas, la encuadernación, la tipografía, las imágenes, el texto, las dimensiones, la forma, tienen un por qué y un para qué a la hora de leer e interpretar el libro.
En estos libros, en los que el lector va descubriendo y armando los significados, este es tratado como alguien inteligente, capaz de ver y de disfrutar los niveles de interpretación, incluso, puede él mismo, en ocasiones, ser parte de la ficción e incidir en la misma.
Gracias a todos los ejemplos de libros ilustrados, Ana G. Lartitegui logró que los oyentes realmente descubran todos los elementos de la imagen, muchas veces escondidos, muchas veces completamente abiertos al lector.
Estos son algunos de los ejemplos que citó Lartitegui, en los cuales se puede ver la importancia de la utilización de ciertos colores, contrastes, formas, formatos, símbolos, perspectiva, textura, etc…
Ella insistió en que no hay recetas para leerle a un niño un libro álbum, pero que es sumamente importante dejar que él descubra los desafíos y pistas que hay en el libro. Para ello es muy importante calibrar el libro preciso con el lector y dejar que el niño lea primero, y luego se puede ir mediando, si es necesario, para que él vaya descubriendo otros indicios e ir penetrando en niveles más profundos de interpretación.
Morder y leer
Literatura para las primeras edades
Conferencia de Yolanda Reyes
Mariana Ruiz Romero
Escritora
Yolanda Reyes (Bucaramanga, 1959) es una escritora, periodista, promotora de lectura y educadora colombiana. Fue directora de la colección de literatura infantil “Nidos para la lectura” en la editorial Alfaguara y ahora preside el proyecto cultural educativo “Espantapájaros” que se encarga de promover la lectura durante la etapa preescolar.
En este taller, que en el marco de JALEO, tuvo dos días de duración; Yolanda nos habló con mucha pasión acerca de lo que significa, hoy en día, la lectura en las primeras edades, desde bebés de apenas 8 meses hasta la edad pre-escolar.
Además de proporcionar ejemplos muy interesantes de qué leer, respondió a una serie de preguntas que inspiraron a los oyentes a repensar nuestro concepto de lectura en la primera infancia. Las preguntas que respondió se fueron estructurando de esta manera:
- ¿Por qué leer a los bebés? Descifrar el mundo, desentrañar las emociones, los sonidos, iniciar el diálogo entre aquellos que cuidan y quien es cuidado, todo es parte de una primera lectura.
- ¿Qué leen los más pequeños? Desde el momento del nacimiento, los primeros años son importantísimos a la hora de proporcionar herramientas para descifrar el mundo que nos rodea.
- ¿Cómo dar de leer? Los libros son como las frutas, deben estar al alcance de los niños y niñas en toda su variedad.
El nacimiento como una bienvenida
Yolanda Reyes nos dice que las primeras lecturas son pura vida:
“Cuando un bebé nace, las páginas que lo aguardan están escritas con muchos lenguajes, voces que dan la bienvenida al mundo, canciones y poemas para dormir o abrir los ojos, rostros que se leen para explorar emociones, brazos que arrullan y sostienen y libros para cantar una y mil veces, junto a los seres más queridos”.
 Las primeras lecturas nos dan la bienvenida al mundo, a una cultura en particular, a una forma de entender lo que nos rodea. No son necesariamente aquellas que están impresas en tinta sobre papel. Los bebés, al hablar, al escuchar explicaciones como “ahora te voy a cambiar” o “lloras porque estás cansado” descifran una forma de comunicación, una traducción de su llanto y sus expresiones corporales, iniciando de esta manera un diálogo que lo acompañará por el resto de sus días.
Al darle lecturas sobre los hechos cotidianos que rodean su vida, enriqueceremos ese diálogo de incontables maneras.
El triángulo amoroso
Para poder aproximar la lectura a estas primeras infancias, Yolanda nos dice que debe existir un triángulo amoroso: adulto, bebé y niño. El adulto es quien acerca el significado, quien lee en voz alta, quien apunta con el dedo para mostrar imágenes y palabras:
“El adulto es el mediador entre el libro y el niño y es quien le da sentido a esas primeras páginas que se enriquecen gracias a su voz que canta, a su cuerpo, que es un refugio, y a su cara, en la que se reflejan las emociones humanas”.
 Además del adulto que lee, podemos aproximar a los niños y niñas a la lectura de múltiples maneras. La más importante: dejar que los libros estén cerca, a la mano. En canastas en el piso, al lado de los juguetes, en estanterías seguras. El libro es un compañero, y generalmente, los libros para pequeños están diseñados para ser manipulados, inclusive mordidos, ya que sus tapas de cartoné están pensadas para facilitar su uso.
Las imágenes, las perspectivas, los tamaños, son también importantes. Leerlos en la voz del ser amado, padre, madre, tutor, asocian la experiencia de la lectura con un momento cálido que se comparte. Son momentos simbólicos que permanecen en la memoria.
Sugerencias prácticas
Hacer el espacio para una “hora del cuento” que en realidad puede ser tan corta como quince  minutos antes de dormir, o antes de la siesta de la tarde, es fundamental. El momento compartido se asociará para siempre en la mente del infante con el placer de la lectura.
Escoger libros que beban de diversas fuentes, nanas, arrullos, enumeraciones, libros álbum, libros informativos, etc. Todas estas aproximaciones al infinito mundo y sus múltiples experiencias nos ayudarán a darle sentido, a hacernos sentir parte.
Como bien dice Reyes en su conclusión, leer juntos será:
“Un ritual de encuentro, que cada familia irá inventando, a su ritmo y a su manera, para vincular a los recién llegados con la cultura, con las preguntas, con las peripecias de nuestra especie humana y con todo lo que está [aún] por inventarse”.
“Morder y leer” una gran aproximación e invitación a sumergirse en el mundo de las primeras lecturas.
Se la lleva el viento:
Literatura y oralidad
Conferencia de Alejandra Hurtado
Liliana De la Quintana
Escritora
Durante las IV Jornadas de animación a la lectura, escritura y observación que se realizaron en julio del presente año, bajo la dirección de Mar Venegas en el Jaleo 2020, se destacó el Taller "Se las lleva el viento: literatura y oralidad", que estuvo a cargo de Alejandra Hurtado.
Hurtado, cuenta cuentos y artista chilena, ha llevado por el mundo muchas y diversas historias de diferentes culturas, sobre todo a los niños y niñas. Para ello ha utilizado diversos soportes y añadido instrumentos musicales, efectos especiales, canciones y todo lo que pueda contribuir a cautivar a su público.
El uso de sombrillas para incorporar a un grupo pequeño, o los susurradores para crear una conexión directa con una persona, o una máscara que refuerce el espíritu del animal mitológico. Todos son válidos pero deben ser usados en conexión con el tema y con el público.
Ella cuenta los cuentos como si los relatos estuvieran vivos, presenta a los personajes, les sitúa en su geografía y construye un estilo propio, porque inventa palabras que relacionan a ciertos personajes, objetos que adapta a las historias para que refuercen un mensaje o usa propuestas muy particulares, como las arpilleras, cuadros hechos de tela por artesanas, para reforzar el mensaje.
En su propio estilo de narración, deja los finales abiertos y sin moralejas, considerando sólo la edad. Porque hay una forma de hablar para cada público, creando lazos de pertenencia con ellos al utilizar un nombre, un dato, un sonido específico y también silencios, susurros, matizando de voz. Incluso inventar un lenguaje, jugar con las palabras.
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