UNA MIRADA SOBRE LA NARRATIVA DE OSCAR ALFARO

La literatura infantil en Bolivia toma fuerza durante las décadas de los 50 y 60 con la figura de Oscar Alfaro. Él es el verdadero pionero de la literatura infantil, en una época donde se escribe poco para niños y en la que fue Alfaro precisamente quien dedicó la mayor parte de su producción literaria a los lectores más pequeños. Hoy, todavía tenemos la suerte de encontrar su producción poética y narrativa gracias al rescate que ha hecho el proyecto de Bibliotecas de Aula de la Reforma Educativa, como al esfuerzo de la familia que continúa en su labor editorial para que los niños bolivianos conozcan a Oscar Alfaro después de 40 años de su muerte.

Alfaro ha sido sujeto de análisis literario por parte de algunos investigadores de la literatura infantil como Melita del Carpio Soriano y Gaby Vallejos, y comentado en sus prólogos por el chileno Manuel Peña Muñoz y Germán Villamor. La obra clásica de Alfaro radica principalmente en su poesía y por eso los estudios literarios sobre su obra siempre han estado enfocados hacia el género poético y no hacia el narrativo. Sin embargo, la herencia narrativa que nos dejó, y hablamos de más de cincuenta cuentos publicados en diecisiete libros distintos (53 fueron tomados para esta investigación),  amerita un estudio serio y profundo sobre el cuentista.

Oscar Alfaro nació en San Lorenzo, Tarija, el 5 de septiembre de 1921 en la familia de Darío González y Carmen Alfaro Baldiviezo. Realizó sus primeros estudios en la escuela  José Eustaquio Méndez y luego se trasladó a Tarija para continuar con la secundaria en el colegio San Luis. Su gusto por la literatura se dejó ver pronto, a los 17 años publicó su poema “Bajo el sol de Tarija” y participó en los periódicos y volantes de la Federación de Estudiantes de Secundaria que albergaron sus primeras poesías con tinte social. La indiferencia de su padre fue determinante durante la etapa de su adolescencia y apenas terminado el colegio decidió adoptar el apellido materno. Quiso proseguir con la carrera de Derecho y se trasladó hasta Cochabamba para asistir a la Universidad San Simón; sin embargo, no concluyó la misma y se dedicó a la enseñanza de lengua y literatura en la Normal de Canasmoro (Tarija) y luego en varios colegios e institutos de la ciudad de La Paz. En contacto con otros escritores bolivianos,  el 7 de diciembre de 1944 participó de la fundación de la segunda generación de Gesta Bárbara. El periodismo fue otra de las cosas que tenía metida en el alma. Entre 1946 y 1959 se dedicó a escribir columnas fijas en periódicos nacionales como “La Razón” y “El Diario”, además de un suplemento dedicado a los niños que salía todos los jueves. En 1956 obtuvo el primer premio en el Concurso Nacional de Cuentos para Niños y en 1963 recibió el Premio Nacional de Cultura con su obra “Cuentos Chapacos”. Murió en la Navidad de ese mismo año. En 1992 fue mencionado en la Lista de Honor del IBBY con su libro “Cuentos para niños” y actualmente muchos de sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, portugués y alemán. No sólo publicó sus cuentos en Bolivia, “El pájaro de fuego” fue editado en Chile por la Editorial Andrés Bello, “El sapo que quería ser estrella” fue editado en Buenos Aires por la Editorial Plus Ultra y “El cuento de las estrellas” fue traducido y editado en Rusia en 1984 .

Más allá del aporte de Oscar Alfaro a la literatura infantil boliviana, el verdadero origen de este trabajo de investigación, después de la lectura de toda la obra narrativa de Alfaro, nace del hallazgo de una literatura infantil que no se basa en el simple hecho de escribir cuentos para niños, sino en lo que esas historias pueden suscitar en los pequeños lectores. Existen dos conceptos encontrados, contradictorios, en la narrativa del autor tarijeño: el mensaje subliminal de ideas políticas y revolucionarias detrás de algunas de sus  historias y el énfasis en los valores humanos que son importantes dentro de la etapa de formación de los niños. Por otro lado, la literatura de Alfaro no coincide en todo con los cánones que caracterizan a la literatura infantil tradicional y de esa manera se convierte, en algunos aspectos, en una literatura de avanzada con relación a su época. Para comprender cualquiera de estos conceptos, es necesario dar un panorama general de los elementos que conforman su narrativa.

En ese sentido, esta investigación ha trabajado con las fichas de evaluación literaria de Teresa Colomer que fueron utilizadas para demostrar la vigencia de muchas obras de literatura infantil española y de otros países europeos. En ellas se toma en cuenta el género literario, la novedad temática, el desenlace, los personajes, el escenario narrativo, la fragmentación narrativa, la complejidad narrativa y la complejidad interpretativa. Además de la evaluación literaria, se adjuntan al trabajo algunos cuadros estadísticos a través de los cuales se visualizan las temáticas más utilizadas por Alfaro en sus cuentos y los ejes transversales que atraviesan los mismos. Los parámetros establecidos dentro de la temática y los ejes transversales se basan en la propuesta de la Reforma Educativa Boliviana y la de aquellos países a la vanguardia en educación y literatura infantil.

Características de la narrativa de Oscar Alfaro

Los cuentos de Alfaro siguen los patrones de la literatura tradicional y la fábula, muy en boga por esos años donde al final de la obra destella en letras luminosas invisibles el mensaje o la moraleja sobre la que el profesor o padre de familia debe trabajar con el lector. Son cuentos destinados a niños de entre 8 y 10 años, sencillos en su estructura, de tres o cuatro páginas a lo mucho, llenos de ilustración y poco texto.

Alfaro no es escritor de aventura ni de narraciones históricas o detectivescas. El modo literario al que más se apega Alfaro es al de la fantasía y dentro de ella el escritor recurre a una literatura tradicional basada en los cuentos populares que se van convirtiendo de una u otra manera en nuevas historias. Son de su preferencia las narraciones en las que los protagonistas son animales. Estas últimas provienen de las fábulas y han perdurado hasta el siglo XIX, aunque con connotaciones mas de sátira e ironía, y  hasta el siglo XX donde mas bien se convierten en un reflejo de la sociedad. Oscar Alfaro utiliza el recurso de los animales humanizados y objetos animados para explicar el comportamiento de la sociedad, muchas veces criticada e incomprendida por los mismos protagonistas. En menor medida, Alfaro también entra en la literatura realista donde trabaja las relaciones interpersonales, como en “Historia de dos locos” en la que un hombre pobre, que vive en un basural, cura de avaricia al rey a cambio de llenar de riqueza el tacho de basura que le pertenece y que está agujero. Las relaciones entre iguales están presentes en “Topa corderito”, por ejemplo, cuando Manuelito, dueño de un cordero, le enseña al animal a topetar a otros niños con los que Manuelito no congenia, la estrategia finalmente se torna en su contra. Y la maduración de la personalidad  está latente en una hermosa historia, “Biografía de un caballo”, en la que un niño, al mismo tiempo narrador de la historia, presencia la muerte de su caballo con el que había compartido toda una vida.

Alfaro usa indistintamente humanos y animales tradicionales como protagonistas en sus obras realistas y fantásticas respectivamente; algunas veces objetos animados: árboles que bailan, montañas que caminan, zapatos que hablan, etc. Sin embargo, son muy pocos los cuentos en los que humanos y animales se juntan para interelacionarse. Alfaro es radical, o sus personajes son humanos y van en historias realistas, o son animales humanizados que protagonizan historias de fantasía; incluso los objetos animados no se mezclan con los humanos. Lo que no existe en la narrativa del tarijeño son personajes meramente fantásticos, aquellos que salen fuera de todo esquema convencional y que son concebidos por la mera imaginación.

Es importante destacar que nuestro escritor prefiere lidiar en su literatura con protagonistas adultos como el militar, el maestro de escuela, el padre, la madre, las princesas y los reyes,  y utilizar mucho menos a los actores infantiles quienes se encargan sobre todo de exponer la realidad social del país: el niño que ha quedado huérfano y busca a su madre, la pastora amiga de la vicuña, el niño que roba para sobrevivir, el que cuida a los hermanos pequeños o el niño que ayuda al padre en el trabajo pesado del campo. Y solamente en siete de sus cuentos se unen protagonistas adultos e infantiles. En cuanto a los oficios que escoge para los protagonistas están los comunes a una sociedad actual: el maestro, el escritor, el médico, el cantante o el agricultor; y sobre todo aquellos oficios que van con los personajes de los cuentos populares, es decir el sastre del rey, enanos con poderes mágicos, animales circenses, etc.

Detrás de los protagonistas están los escenarios, el marco espacial donde se desenvuelve la historia. El paisaje abierto es una de las grandes preferencias del autor, muy pocas de sus historias suceden en ciudades o dentro de una vivienda. Es amante del aire libre y de la naturaleza; sin embargo, nunca ha creado un lugar fantástico ni ha pensado en historias de futuro. En cuanto al contexto de relaciones que rodean a los personajes en su forma de vida, Alfaro elige sobre todo el de la soledad. Es importante recalcar que cuando se refiere a la familia el autor tarijeño sorprende a su época y rescata muchas formas asimilables a una familia, vale decir un solo progenitor, ausencia de progenitores, la convivencia entre abuelo y nieto, etc. Dada la época en la que se desarrolla su literatura, es algo fuera de lo convencional mostrar otro tipo de familias que no sean las de padre, madre e hijos. También su narrativa hace hincapié en formas de vida comunal, sobre todo cuando los protagonistas pertenecen a zonas rurales o son animales humanizados. El marco temporal que encierran sus obras es en un 90% actual y solo seis de sus cuentos ocurren en la antigüedad.

Al referirnos a la voz del narrador, todos los cuentos, sin excepción, siguen la forma tradicional de la narración en tercera persona, con voz ulterior y por supuesto con la narración lineal cronológica que describe historias situadas en el pasado. El lenguaje es adecuado a los niños en su estructura gramatical, aunque de vez en cuando el léxico traiciona a nuestro autor y se encuentran en el texto palabras y expresiones incomprensibles para los pequeños. Algunas de las palabras que utiliza son algo complejas para los niños como bipétala, ciénaga, encarnación, ostentar, gala, entornando, plebeyo, congéneres, bramador; y expresiones tales como “Don Quijote asomó a la puerta su silueta enjuta y dijo firmemente…” (Don Quijote en el siglo XX), “no somos naúfragas sino veraneantes –contestó la otra.” (El barco primavera), “¿Qué ascendientes ilustres tienes?…-inquirió el jilguero” (Cantor de raza negra), “Ya no le quedaba ni el consuelo de desagraviar al hombre que muy a lo lejos seguía cojeando por el calvario de su vida” (El cojo punto y coma). Es muy amigo de los diminutivos, que en realidad son expresiones que se identifican con el hablar del boliviano; sin embargo, es loable el rescate que hace de nuestros idiomas nativos, sobre todo del quechua y del aymara con los que está más familiarizado por la zona de donde es originario. Un ejemplo es el título de uno de sus cuentos: “La sucha Ruperta” (Ruperta la inválida).

Una narrativa tradicional que rompe con algunos esquemas

Lo interesante de la narrativa de Alfaro es que por más tradicional que sea su literatura, hay ciertos aspectos en ella que no coinciden con los cánones que supuestamente prevalecen en la literatura infantil de siempre. Se hará una referencia a los tres que más destacan en su literatura: una temática que sobrepasa la comprensión del lector, los desenlaces negativos y el poco humor.

La temática

A partir de los años 80 la literatura infantil surge con una nueva temática que antes no estaba presente. Se considera que el destinatario se desenvuelve en un mundo distinto, en el que la tecnología irrumpe con mucha fuerza, donde los problemas sociales y familiares dejan de ser un tabú porque son ampliamente reconocidos y hasta compartidos entre los niños y sobre todo entre los jóvenes. Esta nueva temática incluye problemas sociales y familiares que antes estaban ausentes en la literatura infantil, el divorcio, la violencia familiar, por ejemplo; temas “supuestamente inadecuados” para la niñez como la muerte y las relaciones sexuales entre jóvenes; la transgresión a las normas y algunos conflictos psicológicos en personajes que actúan fuera de las normas de la sociedad y/o necesitan una rehabilitación. Todos son temas a los que actualmente se les  presta mayor atención dentro de la literatura infantil y juvenil.

La narrativa de Oscar Alfaro, sin pertenecer a la etapa posterior a los 80, cuenta con muchas de las características citadas anteriormente y, además, le exige al lector mucho más de su intelecto apegándose menos al sentir emocional destinatario. Pretende poner al niño en situaciones que presentan problemáticas políticas y/o sociales que sobrepasan la comprensión de los pequeños dejando muchas veces de lado la parte emotiva. Dentro de las novedades temáticas que propone la literatura infantil de las últimas décadas, Alfaro sorprende y utiliza en sus historias tres de ellas. La primera es la de los problemas sociales que rompen con los esquemas tradicionales de una sociedad, los problemas familiares que reflejan situaciones que se alejan de la familia prototipo y el tema de la muerte.

La temática más común de Oscar Alfaro se identifica con el momento político que vive el país en los 50 y 60 y recoge entre líneas la ideología del autor muchas veces con expresiones adultas que estereotipan cada una de las posiciones ideológicas. La marginación social, por ejemplo, es tema de la preferencia de Alfaro y se encuentra en el 42% de sus historias. En “El hermano lobo”, por ejemplo, el lobo representa a un confinado político: “Esto no puede seguir así. Me voy  a morir de hambre –decía el lobo amargamente-. Yo no tengo ideas revolucionarias ni estoy contra el gobierno, para que se me persiga en esta forma. Soy un lobo honrado y buqgués que sólo quiere comer y vivir tranquilo”. En su cuento “El loro soplón”, el loro que cuida la cosecha del patrón defiende la misma y le dice al loro pobretón: “La cosecha de mi amo no es para vagabundos” y recibe por respuesta: “Veo que eres un fiel servidor de los poderosos…”.

Otro problema que le preocupa es la discriminación racial y al respecto tiene algunos cuentos puntuales. En “El mundo blanco”, por ejemplo, se encuentran enfrentadas la raza negra de los Yungas con la raza blanca del patrón “El viejo lo sorprendió (al niño negro) y le echó los perros encima. Durante una hora estuvo solazándose al ver cómo los perros furiosos desgarraban las carnes del infeliz niño”. En “El cantor de raza negra” el canario interpela al tordo: “Qué pretensiones las de este negro insolente…” “¿Cómo es posible que tú, salvaje ignorante, quieras rivalizar con nosotros, que somos los príncipes del arte? dijo el ruiseñor”. Y en “La reina de las mariposas”, las mariposas de colores se dirigen de manera despectiva a la mariposa de color negro: “Esta negra que se quede de cocinera –dijeron y la abandonaron.” .

Otra de las problemáticas sociales que toca Alfaro es la protesta contra el regimen militar. En “El General Paton”, un grupo de bachilleres entra al servicio militar donde es tratado de muy mala manera por el General Paton: “Pero el general era tan bárbaro que a veces los mantenía sumergidos un cuarto de hora y, eran pocos los que salían vivos a la superficie. Los demás se iban al fondo. -¿Esos no merecían vivir! ¡Debemos alegrarnos de la muerte de los inútiles! Decía el muy salvaje y ordenaba el regreso”. Las madres se quejan por el maltrato, el General las ignora, e incluso les da una paliza; ellas indignadas se vengan y juntas le rompen los huesos para luego llevarse a sus hijos a la recolección de la cosecha que le parece algo mucho más productivo.

Los problemas familiares que son argumento en la obra de Alfaro cobran mucha fuerza y son desgarradores. Uno de los cuentos de violencia familiar más impactantes es “El pequeño mártir”. Un niño de 9 ó 10 años al que le gusta el arte, que recibe palizas diarias de su padre porque está en desacuerdo con sus aficiones artísticas, es encerrado en su cuarto durante días hasta que finalmente se suicida. El niño se corta las venas y con su sangre decora las paredes de su pequeña prisión. Al mismo tiempo que Alfaro muestra la violencia del padre sobre el pequeño, destaca también la perseverancia del artista por defender lo que ama.

Otro de los temas inadecuados para la niñez en la narrativa de Oscar Alfaro es el de la muerte que está presente en 30% de sus obras. La mayoría de sus cuentos terminan con muertes que van desde el rango del suicidio, la muerte por negligencia, la muerte por sacrificio hasta la muerte por resignación. El cuento citado anteriormente muestra el angustioso suicidio del pequeño artista. En “El Doctor cangrejo”, por ejemplo, una sátira a los profesionales, está presente la muerte por negligencia. Una familia de peces llama de emergencia al Doctor cangrejo para que salve a su hijo, pero el médico se equivoca, opera al pececito de lo que no debe y el infeliz se muere. La muerte por sacrificio está en “El pequeño torero” que por salvar a varios niños de la embestida de un toro, se pone al frente del animal y deja su vida en el ruedo de la plaza. Otro tipo de muerte es la muerte por resignación en la “Historia de dos zapatos”, viejos y abandonados a la orilla de un camino viven de los recuerdos y, sin hacer nada por continuar viviendo, esperan pasivamente la llegada de la muerte.  Otro tema con un alto índice de presencia en los cuentos de Alfaro es la agresividad.

El desenlace

Los cuentos infantiles basados en la tradición oral y cuyo destinatario es un público de entre los 6 y 10 años de edad tienen, por lo general, desenlaces positivos donde los protagonistas “viven felices por siempre” y donde los adversarios desaparecen o son castigados de manera que no vuelvan a molestar nunca más. Los desenlaces de Alfaro pertenecen en su mayoría a finales positivos donde el problema suscitado en la historia de alguna manera desaparece, o si no desaparece, los protagonistas lo asumen. Sin embargo, un gran porcentaje de sus cuentos tienen desenlaces, no solamente negativos, sino más bien crueles, dramáticos y fatales. En “El abuelo eterno”, por ejemplo, el único niño que no abandona al viejo árbol es un pequeño lisiado que antes de morir le pide al padre artista tallar la imagen del niño abrazado al viejo tronco, “Hoy, el niño y el árbol, siguen abrazados, como un símbolo de amistad eterna”. En la historia de “Los pájaros fruteros”, Fermín, un niño de condición humilde decide unirse a una pandilla de muchachos para robar uvas de los viñedos con la intención de traerle algo de comer a su hermano menor. En el intento, Fermín recibe un disparo en la garganta que lo deja mudo para siempre.

Algo poco común en la literatura infantil tradicional son cinco cuentos que deja el autor tarijeño con final abierto, es decir cediéndole la última palabra al lector. Tal el caso de “Don Quijote en el siglo XX” cuyos protagonistas son llevados al destierro en un avión con la promesa de “Pero no llores hermano, que algún día volveremos, porque un pueblo no puede vivir sin alma…”, y,  en “El quirquincho músico” que una vez que da la vida para convertirse en charango amanece cantando y las ranas muertas de envidia corren detrás de él para escuchar su melodía. El cuento de “La lección de la vida” muestra la soberbia del escarabajo frente a la humilde oruga y cuando el escarabajo se encuentra en dificultades el cuento termina con la siguiente reflexión de la oruga ya convertida en mariposa: “-Veo que cambiaste de opinión- habló entonces la mariposa-. Yo soy aquel pobre gusanillo a quién humillaste tanto. Mira ahora qué distinta es nuestra situación”. Estas obras son un ejemplo de finales poco usados tradicionalmente en los que el lector puede ser partícipe de terminar la obra como quiera.

El humor

El humor, sin duda alguna, es uno de los recursos mas utilizados en la narrativa infantil y juvenil. Los autores utilizan diversas formas de humor, por ejemplo, colocar un elemento extraño dentro de un contexto, el juego del absurdo, la transgresión a las normas y la parodia, esta última, sobre todo, en la desmitificación de personajes que juegan el papel de adversarios.

Es paradójico llegar a la conclusión de que la literatura infantil de Oscar Alfaro carece totalmente de humor. Tan solo un 19% de sus cuentos tienen humor y un humor sumamente rebuscado. El autor tarijeño no centra el humor en los elementos de sus historias ni en la disolución de las reglas, sino más bien en la parodia a la crítica del mal funcionamiento de la sociedad; desmitifica y hace burla de personajes identificados con la sociedad. Alfaro hace hincapié en el médico que se equivoca al operar a su paciente, el militar que recibe una paliza por parte de las madres de los conscriptos, el rey que es burlado por el mendigo, etc. En “Los chanchitos quintillizos”, lor ejemplo, la transgresión a las normas es la base humorística del cuento: “Llegó el mentado día y los chanchitos madrugaron. Sintieron el olor a fiesta en el aire y se fueron a la plaza. Allí mordieron las guirnaldas de flores, colocadas en el altar del prócer, emporcaron las alfombras…Y le echaron encima todas las inmundicias que pudieron levantar con la trompa”.

Los valores en la formación del lector

Si bien la narrativa de Alfaro tiene algunas contradicciones en su relación con el destinatario, los argumentos que utiliza conducen, dentro de la literatura tradicional de la época, al rescate de algunos valores que son necesarios en la formación de los niños. Los valores presentes en la narrativa de Oscar Alfaro rematan casi siempre en la moraleja propia de las fábulas, una enseñanza que lleva al niño a la reflexión sobre un comportamiento determinado ejemplificado en las conductas de los protagonistas.

Oscar Alfaro es defensor del más pobre, del oprimido, del explotado y de aquel que es físicamente distinto a los demás. Por eso, la mayoría de las historias del autor tarijeño son ejemplificadoras y moralistas, y estimulan al pequeño lector a la reflexión sobre una convivencia con valores en relación al prójimo. Triunfa la humildad sobre aquel sapo vanidoso que desea ser como las estrellas, la astucia de la mosca sobre la torpeza de la araña que desea atraparla, la generosidad con los necesitados frente al capricho de los que lo tienen todo, la avaricia del patrón frente a la bondad de la gente del pueblo que coopera con él, la solidaridad y humildad del gusano frente a la soberbia del escarabajo que cae en desgracia.

Los temas que han variado con la época

Sin duda alguna, la literatura infantil de los 50 y 60 no es la misma que la literatura actual. No solamente se ha variado en la forma de narrar un cuento, sino que algunos temas que antes no eran tomados en cuenta, surgen después de los 80 como los temas de moda, aquellos por los que el mundo entero está apostando hoy: la atención a la diversidad, la conservación del medio ambiente y el tema de género. Definitivamente las tres temáticas, de una u otra manera, están inmersas en la literatura de Alfaro; sin embargo, hay que tomar en cuenta el tiempo y el contexto que enmarcan al autor para no caer en críticas posibles en cuanto al machismo y la discriminación de género,  a la depredación del medio ambiente y/o al poco énfasis en la diversidad cultural.

La atención en la diversidad

En cuanto a la atención en la diversidad, el respeto por el otro, por aquel que es distinto en su cultura, en su raza, en su físico, Oscar Alfaro no ha perdido vigencia alguna. La afirmación de que Bolivia es multicultural se ve en varios cuentos que muestran zonas marginales, pueblos rurales y protagonistas sobre todo de origen quechua; aunque, también es cierto que Alfaro pone poco énfasis en la zona oriental, pues uno solo de sus cuentos habla de “El niño siringüero”. Y en cuanto a la diversidad racial, Alfaro no tiene ningún problema en poner como protagonistas a blancos, indígenas o negros siempre con un sentido de equidad. Donde nuestro autor tiene un gran mérito, ya que pocos escritores de literatura infantil se animan a abordar el tema, es en incorporar a su literatura a las personas que son distintas debido a incapacidades físicas y/o mentales: paralíticos, locos y cojos. 

La conservación del medio ambiente

La conservación del medio ambiente, hoy un tema muy de moda en los libros de literatura infantil, es un concepto nuevo del que poco se conocía en la época de Alfaro. Posiblemente tres de los cuentos de Alfaro lo tacharían de antiecológico si es que no nos situamos en el contexto de la época. “Los chanchitos quintillizos” que se dedican a deshacer todo lo que hace el alcalde: pintarrajear paredes, destrozar los parques y botar basura por toda la ciudad hasta lograr la renuncia de aquella autoridad. “El quirquincho músico” que cuenta la muerte sacrificada del quirquincho para convertirse en charango. “La lámpara voladora”, donde el murciélago es comparado con un vampiro sanguinario y atacado como animal perjudicial, término que actualmente ya no se utiliza para diferenciar un animal de otro.

La presencia de la mujer

En cuanto al género de los protagonistas debemos recalcar que son los valores ideológicos que aparecen en la década de los 70 los que dan una intervención protagónica a la mujer dentro de la literatura infantil. La obra de Alfaro pertenece a las décadas de los 50 y 60 y por lo tanto apunta, como es obvio al protagonismo masculino, y no se trata de justificar al autor sino de ponernos en contexto. Las pocas veces que interviene una protagonista en sus historias (6 veces), ésta no destaca por su rol de valentía, de intrepidez o de sabiduría. Las mujeres en estos cuentos son princesas que viven en cautiverio y solo cuidan de su belleza (“Las princesas incas” y “La princesa gata”), novias que contemplan la valentía de su novio (“El templo submarino”), niñas caprichosas que no están contentas con lo que reciben (“La caja de fósforos”), una paralítica que cuida de su hermano (“La sucha Ruperta”) y varias reinas de belleza que aspiran al título máximo de Miss lo que sea (“La reina de las mariposas”). La única intervención valiente es la de la luciérnaga (“La lámpara voladora”) que salva a la golondrina de la muerte.

Conclusiones
 
Si bien Oscar Alfaro no ha sido el único autor que escribió para niños en las décadas de los 50 y 60, ha sido el pionero de la literatura infantil boliviana tomando en cuenta que ha dedicado casi toda su obra a los pequeños. La narrativa de Alfaro se basa en la literatura tradicional de la fábula que termina con la consabida moraleja. Es una literatura que a veces no encaja con los cánones de la literatura infantil clásica porque contiene algunos temas inadecuados al destinatario, en ocasiones fuera de vigencia debido a la época y al contexto en la que fue creada, con desenlaces negativos y poco humor. Se trata de una obra que aunque está destinada a niños entre los 8 y 10 años de edad, en algunos casos propone situaciones sociales y políticas extraídas de la realidad que rodea al autor que no llevan el mensaje ideal para el destinatario ya que los pequeños no llegan a comprenderlo.

Por otro lado, la narrativa de Alfaro rescata una serie de valores imprescindibles en la formación de nuestros niños. Defiende los derechos humanos, muestra la multiculturalidad de Bolivia, hace énfasis en la diversidad cultural, racial y especial, expone al niño a la reflexión y lo invita a una mejor convivencia.

Sin duda alguna los lectores son rápidos receptores y asimilan sin problema. Terminada la lectura y puesta la misma en tela de juicio, los niños asumen la convivencia con los demás en base a los valores morales que surgen en las historias de Alfaro. Toman posiciones en contra del racismo, en contra de la matanza de los animales, en favor de la solidaridad y en contra de la burla del otro, por citar algunos ejemplos. Sin embargo, no todo es comprendido. ¿Entenderán la problemática del “supuesto” maltrato que imparten los militares a los jóvenes bachilleres que hacen el servicio militar?,¿Se entenderá la explotación al niño trabajador que ayuda a su padre en la extracción de la goma?, ¿y la rebeldía a las normas de la sociedad cuando los chanchitos ensucian las calles de la ciudad porque están en contra del Alcalde?, ¿ comprenderán la violencia familiar extrema cuando un padre empuja al niño hacia el suicidio?

Si bien los cuentos de Oscar Alfaro tienen muchas contradicciones en cuanto a la relación que existe entre autor y lector, cuentan con muchos elementos que los mantienen vigentes aunque otros tengan que ser juzgados desde el contexto de la época. Pese a todo, la narrativa de Alfaro es una literatura que vale la pena leer y tener en los estantes de preferencia de todos los niños bolivianos porque forma parte del inicio de la literatura infantil en Bolivia y porque tiene algunas páginas impregnadas de una etapa importante de nuestra historia.
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Autor: Isabel Mesa Gisbert

Publicado en: Memoria del II Congreso Nacional IBBY en Cochabamba, 2002

Fecha: 28 Octubre, 2002