Liliana De la Quintana
Escritora boliviana
El sugerente título de El abrigo de Matilde inaugura como autor de literatura juvenil a Carlos Azurduy, que recoge de una memoria aun fresca, los horrores de la dictadura tanto de Banzer (1971-1978) como de García Meza (1980-1981).
La obra está compuesta por 10 cuentos cortos que inician con una frase de Mandela, o del Che Guevara para de alguna forma alertar el tema que se desarrollará. En esta propuesta de recuerdo, historia y noticia, recorreremos diversas situaciones que enfrentaron familias de militantes de la izquierda en esos años de gobiernos dictatoriales.
El autor advierte en la introducción que su obra esta basada en hechos reales, de personas que en verdad pasaron por las situaciones que se describen y que este libro "sirva para valorar la democracia que no fue fácil conquistarla".
"El niño que no fui", es el duro recuerdo de las numerosas mujeres que siendo madres en los momentos de ser apresadas sufrieron torturas y vejámenes, que destruyeron la nueva vida que llevaban en sus vientres ante la desaforada actitud de sus agresores que no vacilaron en cumplir su misión de muerte. En esa época había la tendencia de poner el nombre de los guerrilleros a los hijos, así Camilo no llego a ver la luz de este mundo.
"Como quiero a mi tío Pancho", describe la relación de una familia con el "tío" que en verdad es el padre. Esta situación se daba para ocultar la identidad de personas que estaban perseguidas por causas políticas y que la dictadura utilizaba a los hijos para conocer acerca de su paradero y hacerlos prisioneros.
"Achocalla está cerca de La Paz" será recordada por muchas mujeres que fueron torturadas, en una casa que se constituyo en la primera cárcel política en latinoamérica. Lo que ocurrió en este lugar macabro fue tan desolador, que solo la intervención de la Cruz Roja Internacional logró rescatar con vida a algunas personas que sobrevivieron a las más crueles e inhumanas torturas.
Jorge Sanjinés tuvo un homónimo que en el exilio dio la dimensión de la obra del maestro del cine boliviano, que denunció en sus películas la situación que atravesaba el pueblo boliviano. Este cuento "Para Jorge Sanjinés, el Picasso", que tiene también la anécdota con tintes de picardía, formó parte de las historias del exilio.
"Eran tiempos de Yolanda", nos muestra por un lado a Yolanda, titulo de una canción de Pablo Milanes, que se cantaba en los círculos de los militantes de izquierda, que es un referente de una época de compromiso social y por otro Yolanda también era el nombre de la esposa del dictador, que no se conmovía con la situación que vivían tantas mujeres bolivianas y por el contrario era la que con mas fuerza ejercía el poder total para beneficio propio.
"El abrigo de Matilde" nos pasea por las luchas en otros países vecinos, donde también se gestaban procesos diferentes y que sufrieron las dictaduras más crueles de su historias con millares de muertos y desaparecidos. No solo se vivía en exilio, los presos también estaban en el interior de cada país y estaba involucrada la familia que estaba en igual riesgo.
La ofuscación de los gobiernos dictatoriales era de una dimensión tan desquiciada que aun los hijos de los perseguidos, siendo bebés eran "altamente peligrosos". Así lo demuestran los pasaportes que se sellaron en los aeropuertos, estaciones, terminales de buses en esos años. Y también los nombres que se ponían a los hijos e hijas denotaban la esperanza del cambio. Y la música fue parte de estas historias, como "Tengo nueve meses y soy altamente peligrosa", que fueron los himnos que se entonaban dentro y fuera de Bolivia.
"Los otros" nos remiten a la terrible masacre a jóvenes dirigentes de izquierda, que García Meza no dudo en dar fin a su militancia y a su vida. Una dictadura que demostraba que la democracia que no tenía la suficiente fuerza para quedarse en nuestra tierra.
"Otra vez Marcelo" nos permite recordar a las víctimas de las dictaduras de América latina. Nuevamente son las mujeres prisioneras, los niños y las niñas desaparecidas, las familias destruidas y un grupo de abuelas que se arman de valor para buscar a esas criaturas, que son parte de su ser y de esta historia sin nombre.
"Lucho a quemarropa", Luis Espinal inmortal en el corazón de tantos jóvenes, de mujeres en huelga de hambre, de obreros en el exilio, de intelectuales comprometidos, sigue siendo el gran referente de consecuencia política de los últimos 30 años de la historia boliviana.
Carlos Azurduy ha logrado combinar un tema político difícil, pero que estaba pendiente, con la gracia literaria. Pero sobre todo se armó de valor para recordarnos tantos momentos, tantas historias, tanto dolor y al mismo tiempo tanta valentía de bolivianas y bolivianos, que hoy ya están delante de nuestros ojos, para seguir afianzando nuestra democracia y no dar un paso atrás.
Autor: Liliana De la Quintana
Publicación: Boletín "Vuelan vuelan", No.38. Mayo, 2012