EL COLOR DE LA SAYA DE LILIANA DE LA QUINTANA

EL COLOR DE LA SAYA DE LILIANA DE LA QUINTANA

“EL COLOR DE LA SAYA” DE LILIANA DE LA QUINTANA

Mercedes Pérez Sabbi

 

Para mí es un honor estar aquí, presentando El color de la saya de Liliana De la Quintana y en este día tan especial para nosotras las mujeres, hoy 8 de marzo el Día internacional de la mujer, día en que todas las mujeres reivindicamos la igualdad completa de derechos, el fin de la discriminación, y que se erradiquen las violencias machistas. Todos estos tópicos están expresados en El color de la saya,  donde la Mujer y en especial la Mujer afro boliviana se despliega en su humanidad.

Dominio, violencia, dolor y lucha están presentes en la historia afroamericana. En la literatura como en la vida, África vive en el corazón mismo de nuestra conformación histórica. De nuestro ser suramericanos. Hoy en Bolivia, el pueblo afro boliviano, sus mujeres, sus hombres, sus niños y niñas tienen historia, tienen derechos y tienen presente. Liliana recoge estos legados y realiza una reescritura ficcional de aquellos duros pasos de la llegada de los africanos a América.

 

Es el afroamericano el que lucha en los diferentes frentes de la emancipación común a nuestra América del sur. En cada espacio donde hubo un grito de libertad, estuvieron ellos. Tanto, que en Argentina, el general Manuel Belgrano, dio el título de “Madre de la Patria” a una mujer, María Remedios del Valle, que fue esclava y luchó a su lado con su familia, perdiendo en el norte argentino, a su marido y a sus hijos.

 

Son los afroamericanos directos hacedores del tango argentino y generadores del folklore que recorre Bolivia, Perú, Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina. Desde la zamacueca, la marinera, el candombe; la morenada y la saya, estas dos danzas bolivianas, las retoma Liliana en su cuento, pleno de música. En El color de la saya hay una presencia protagónica de la mujer, de la mujer libertaria: Abuela y nieta unidas en un relato de historia sufriente, la historia de nuestra patria grande. Es la abuela quien le ofrece su saber a su nieta, para que la niña pueda iniciar la travesía de ir armando el rompecabezas que es la vida con la historia palpitante en la mirada.

Los ojos de los negros, los ojos de las negras, grandes de asombro miraron a los extraños hombres descoloridos. La abuela le cuenta a su nieta Rita sobre la llegada de los esclavos a América: “Los trajeron en los barcos, que salieron desde el África. Parecían ataúdes rumbo al infierno, con muchas vidas inocentes.

Cruzaron muchos mares, muchos cielos y tantas lunas que perdieron la noción de la vida. Apenas les llegaba alguna comida y agua sucia. Sus cuerpos y sus almas estaban heridas. Muchos no lograron sobrevivir”. Este fragmento que les acabo de leer, me llevó a escuchar el sonido de los grilletes, e imaginé a los negros y a las negras convulsionando en las bodegas de los barcos negreros, sacudiendo su hambruna.

En El color de la saya la abuela centra su relato en la vida de Martina, una guerrera africana del reino Bantú, que fue traída a América como esclava. Martina canta y su canción será la voz de hombres y mujeres encadenados en sus pies y silenciados por la ambición de otros hombres. Hoy, en el mundo, sigue esta vieja puja entre los que quieren silenciar las voces que proclaman dignidad y los que no callan, ni callaremos y hacemos uso, como Liliana De la Quintana, de la herramienta más poderosa que tiene la humanidad: el lenguaje.

La canción, la danza, los colores que pintan el contoneo de las caderas, están presentes como un canto emancipador. Dice la abuela a las jovencitas: “Con la saya celebramos la unión y nuestra libertad. Pero además contamos nuestra historia bailando y cantando. La saya es como un himno de nuestro pueblo. (Y recomienda) ¡Que no se les olvide nunca!

Liliana De la Quintana une la historia de Martina con instancias actuales y teje un texto que busca romper con la construcción binaria y estereotipada: “las niñas no juegan fútbol”, poniendo en paralelo dos épocas encadenadas por la misma cultura de discriminación machista. Liliana elige el fútbol como la metáfora lúdica de la prohibición de género. En el equipo femenino de fútbol están representados todos los NO impuestos por la cultura patriarcal; ese lugar de los NO, ha sido y es un lugar de batallas emprendidas no solo por los movimientos de mujeres organizadas, sino también en lo cotidiano, en el día a día, en lo doméstico; esas son las batallas invisibles y muchas veces frustrantes a las que pretende someternos el individualismo neoliberal. En El color de la saya Liliana visibiliza en lo pequeño lo grande. Son las jovencitas de hoy quienes, impulsadas por el espíritu libertario de Rita y su abuela, dejaron los mandatos establecidos y formaron el equipo de fútbol femenino.

Liliana da voz para proclamar:

¡A bailar la saya en libertad. A jugar libres de prejuicios!

Abuela y nieta,  juntas, han escrito lo que sienten en el corazón:

“Quien diría que llevo historia

En mi piel de carbón

Y en mi dulce corazón

Honor y gloria

A los que lucharon hasta la victoria

Los Yungas de Bolivia

nuestra nueva casa quien diría

Cultivo el cafetal

Y mucho más el cocal

De esta tierra jamás me iría.”

 

La voz de Martina, aquella guerrera africana del reino Bantú, se conjuga en los millones de voces que ayer y hoy siguen hurgando en las grietas de tanta maldad amurallada. Y estas voces, sin proponérselo, es enseña para sus lectores. Porque como dijo Goethe “Todo lo bello educa”. Y El color de la saya, además de ser un texto bello, se embellece aún más por las ilustraciones de Romanet Zarate. Cada ilustración es una pintura hecha de colores y sensibilidad.

Liliana elige la literatura infantil juvenil para su relato. Qué mejor manera que la literatura para acercar a los niños y a las niñas la cultura y la historia de su pueblo. “Somos las palabras que cuentan lo que somos”, dijo Galeano. Si el mundo es un aroma de siglos, una paleta que contiene todos los colores de la tierra, sus cielos, las voces, la música, los sueños de siglos y siglos. Qué mejor que extenderle la mano a esa abuela negra que nos invita a subir a un barco, para cruzar el mar junto a otros hombres y mujeres que llevan los ojos opacados por la advertencia de un triste destino. O dejarnos llevar por la misma mano de la abuela, para jugar un partido de fútbol y compartir una goleada. Qué mejor que un cuento para darle un lugar de humanidad a la historia y participar, así, en la construcción de una relación emancipadora con la infancia.  Una infancia que ame a su tierra, a su gente, a su historia… A sus colores que, como la saya sabe pintarse de música.

Mercedes Pérez Sabbi

La Paz/8-3-18

 

Autor: Mercedes Pérez Sabbi

Publicación: Boletín Vuelan Vuelan 101 (abril, 2018)

Libro relacionado