LA ANTESALA DEL SUEÑO DE "LA MEJOR HIJA DEL MUNDO" EN TRES LIBROS DE GLADYS DÁVALOS ARZE

He disfrutado del contenido de los tres libros que hoy nos entrega la Lic. Gladys Dávalos Arze, por varias razones. Al margen de los enteramente literarios, y a que si los cuentos han nacido de la vena artística de esta excelente escritora para niños y niñas, ya tienen el sello de aceptación como obras literarias para un mundo tan complejo y tan difícil de convencer como es el de los niños.

    Aquella complicidad del lector o del oyente a la que hace referencia la escritor argentina Graciela Montes, para ser parte del mundo de la ficción que representa la literatura, donde todo es posible, para hacer creíbles las historias envueltas en la niebla de la fábula, que sólo es factible en el mundo de los escritores y de quienes creen, como nos dice la misma escritora, todavía en los burros que “cagan monedas de oro”, está latente en las narraciones de Gladys, no sólo porque ella en su papel de narradora, compromete la fantasía de su hija Cecé, con quien vive las aventuras, sino porque nos involucra en las mismas y nos sentimos parte de esas travesías que emprenden antes de acostarse, en los sueños que narra con los ojos despiertos, sin entregarse a los brazos de Morfeo. Estos sueños cobran vida en el umbral del mismo sueño.
    La relación comunicativa, que es importante establecer entre autor y lector, para que el texto cobre vida, ha sido trabajada por Gladys tan sutil y hábilmente, aunque paradójicamente es un texto escrito, el medio o el canal que permite la situación comunicativa es el recurso de la narración oral que posibilita que nosotros también suframos la metamorfosis para ser la hija, ya que estamos presentes en el instante en el que Gladys narra las historias que cuenta, en algunos casos complementadas por la fantasía o el conocimiento de “la mejor hija del mundo”.
    Sorprende la forma de narrar tan singular, puesto que los cuentos han sido supuestamente elaborados para la antesala del sueño de “la mejor hija del mundo”, quien se convierte en protagonista de las historias juntamente con la madre, que es la narradora.
    El conocimiento que encierran todas las historias, que hace referencia a diferentes culturas, es una muestra del bagaje cultural de la escritora adquirido de las lecturas realizadas o de los viajes emprendidos que posibilita el acceso entretenido a los valores y a la herencia cultural de los mayores a los niños y niñas que serán los lectores ávidos de estos nuevos libros que Gladys tiene la gentileza y la grandeza de compartir, que me recuerda a las páginas de la “Edad de Oro” que nos legara José Martí, cuyo deseo era posibilitar espacios y canales para que los niños ingresaran a las joyas de la creación humana y conocieran a los genios que pulieron aquellas.
    Es admirable el conocimiento que posee sobre nuestras raíces, conocimiento que es recreado en sus cuentos, y que además es una muestra de identidad, no como mero esnobismo, sino como símbolo de pertenencia, puesto que ha incorporado leyendas y costumbres o referencias de nuestras culturas ancestrales que encuentran su razón de ser en los cuentos de nuestra autora.
    Las historias recreadas tanto en contextos muy nuestros como externos, logra una conjunción y comunión de culturas, es así que un jampatu que habita el Lago Titicaca está ocupando el mismo sitial que la ranita rosada que vive en la fuente de un castillo en Suiza, y ambos animales son protagonistas de historias que nacen de la fantasía de la autora.
    Gladys ha logrado ingresar al alma de la niñez porque ha sabido manejar los recursos, las preferencias, la creatividad, el colorido y la musicalidad que hacen de esta etapa la más linda, bella e inolvidable de nuestra existencia, puesto que ha creado una sinfonía con la historia de los perros faranduleros y el pajarito trompetero; ha pintado un cuadro con el tigre azul, el mono verde y la ranita rosada, a las orillas de ríos y lagos, y ha logrado reunir en sus tres libros con Goliat y los tildes, a la Emperatriz K´ayra y a su jampatu enamorado, a los dos príncipes huérfanos con las dos guacamayas y a Cecé y a la brujita intelectual, a las tortugas gigantes, así como a Qataris y Asirus, que con los rayos que emanan de la posada del sol, han visitado a Darwin y a Paul Gauguin y nos han permitido embarcarnos en la gran embarcación de totora para que esta noche tengamos la audacia de comentar la creación de Gladys Dávalos Arze.
    Antes de concluir no podemos dejar de hacer referencia a que todas las páginas están aromatizadas con la fragancia del cariño de la madre que ha escrito estas historias, no sólo pensando en “la mejor hija del mundo”, sino en todos los niños y niñas, que merecen el amor de todos.
    Si Ernesto Sábato leyera estas páginas, no sentiría mucha añoranza ni nostalgia de esa época en la que los abuelos y abuelas sentaban en sus rodillas a sus nietos y nietas para fabular historias o aventuras que nacían al calor del amor de los abuelos. Es verdad que Gladys no es la abuela ni ha sentado a los niños y niñas en sus rodillas, sino que ha acurrucado a la hija Cecé para dar vida y sentido a estas historias que hoy llegan a nosotros.
    Admiración y respeto para esta mujer que enorgullece las letras orureñas y bolivianas, puesto que su obra es conocida no sólo en nuestro país, sino en otras latitudes; agradecimiento al Círculo Cultural Ateniense por abrir un espacio cultural, cuando otros cierran sus puertas a toda expresión artística.
    Para concluir, deseo compartir con ustedes un fragmento de una lectura que dice: “La diferencia entre China y el mundo moderno, llamado Occidental, es que en el mundo occidental los niños creen en los cuentos de hadas, mientras que en la China hasta los adultos lo hacen”.
    La interpretación del mensaje es una tarea que ya la están realizando ustedes.   

Autor: Práxides Hidalgo Martínez

Publicación: Lectura en la presentación de los tres libros en Oruro 13/12/2003