LA ELEGIDA. PRESENTACIÓN LIBRO

LA ELEGIDA. PRESENTACIÓN LIBRO

PRESENTACIÓN DEL LIBRO LA ELEGIDA: UNA AVENTURA EN LA SELVA AMAZÓNICA DE ISABEL MESA

Bienvenidos, queridos amigos, gracias por acompañarnos en esta tan feliz ocasión. El nacimiento de todo libro es, y particularmente hoy en día, un momento de genuina celebración.

Saludo con especial admiración y cariño a Isabel Mesa, autora de la maravillosa novela juvenil La elegida una aventura en la selva amazónica que presentamos ahora.

A la querida familia de Isabel, su esposo Javier y su hija María. A la extraordinaria  y tan respetada familia Mesa Gisbert, al ex presidente de la República de Bolivia, Carlos D. Mesa Gisbert, su esposa Elvira Salinas y a la artista Guiomar Mesa.

Saludo también a Antonio Schulzewski, gerente de la Editorial y Librería Gisbert, patrimonio de La Paz.

Muy especialmente quiero agradecer la presencia  de Susana Villegas Arrayo, la talentosa ilustradora de las imágenes de este libro.

Debo comenzar mencionando que admiro muchísimo el talento,  la constancia, la versatilidad de Isabel, además de la profunda empatía y respeto que siente por sus jóvenes lectores. Si realizamos  una valoración de su obra completa hasta hoy debemos señalar la diversidad de temas, intereses, investigaciones, espacios y personajes que ella ha ido creando a lo largo de dos décadas, haciéndolos parte de la vida de tantos jóvenes.  Tiene 12 libros publicados, cuyo impacto en los chicos es muy conocido. Como no podía ser de otra manera, con esta vocación, este don y su gran dedicación ha merecido premios y reconocimientos.

Desde la bellísima novela La pluma de Miguel: una aventura en los Andes, que ganó un premio internacional en 1998 Isabel no ha parado, no solo dedicándose a su labor de escritora, sino que ha desempeñado un papel imprescindible en la difusión de la literatura infantil-juvenil, y quiero destacar su generosidad para con el gremio al haber presentado más de un texto de divulgación de libros juveniles y de antologías. Ha impulsado y amadrinado  la Academia Boliviana de Literatura Infantil y Juvenil, de la que fue Presidente y cedido este puesto a otro escritores para niños. Regularmente se ocupa de que el boletín Vuelan Vuelan sea parte de la literatura y vuele más allá de nuestras fronteras.  Ha participado en congresos y seminarios sobre este género literario, representando con honor a Bolivia.

 

Decía que debemos celebrar la publicación de cada libro. Así es, sin embargo, con mayor gratitud y alegría festejemos el lanzamiento de un relato para niños y jóvenes. ¿Por qué? Quien escribe estos textos tiene hoy en día el desafío mayúsculo y desigual de crear y producir obras escritas para un público mayoritariamente audiovisual, fascinado por juegos y narraciones virtuales y que ha crecido al lado de una tecnología cambiante que domina. Adentrado en un espacio ficcional que se proyecta en la pantalla de una tableta, o de cualquier otro dispositivo, al niño y al joven le resultará más fácil ver que imaginar y le resultará más “divertido” irrumpir con rapidez en un mundo virtual que demanda atención de sus sentidos.  No es que esté mal, es lo que hay y seguro que tendrá sus aspectos positivos; sin embargo, el problema radica en que estos medios alimentan tan solo una parte de aquello que el niño precisa para su desarrollo y, lamentablemente, lo inutiliza para muchas otras que son imprescindibles en la formación humanística. Desde que el ser humano tuvo consciencia de sí mismo hasta nuestros días tuvo el aliento y el desahogo de despertar la capacidad humana, extraordinaria y única de imaginar y de dar rienda suelta a la creatividad y la fantasía. Este es el gran aporte de los escritores.

Un lector se adentra en la historia mediante esa atención que no requiere de los sentidos únicamente, sino que, en una cadencia que hoy en día podríamos llamar “calmada”, la lectura tiene un valor incalculable cuando procesamos los contenidos que vamos leyendo, cuando las escenas evocan sentimientos que no se despiertan por la música o los sonidos (muy bien planificados para despertar ciertas emociones) que acompañan a una película o a un videojuego, sino por las sensaciones que un texto puede producir por sí mismo, por su contenido y, porque de verdad, no se necesita nada más que la lectura para desatar emociones, asociaciones, imágenes,  reflexiones….

En este entorno que nos apabulla y que silencia nuestras cavilaciones por la implacable avalancha de información, imágenes, sonidos e historias a medias que nos llegan sin cesar, la lectura nos transporta a otro espacio,  nos permite estrechar ese vínculo invaluable y silencioso que se produce entre lo que leemos y  nuestro propio pensamiento. De hecho, por ese ritmo algo calmo y lento que exige la lectura, el cerebro puede, simultáneamente, inferir, intuir, preguntarse, imaginar, suponer, pensar críticamente.

Por todo lo expuesto, encuentro en Isabel, por un lado, la clara consciencia de la enorme responsabilidad que tiene como autora y el alcance inconmensurable que tiene un libro escrito para el público infantil-Juvenil. y por el otro, el conocimiento del ahínco que se precisa al fraguar temas de interés y de urdir, tramar- en el sentido más literal de estas palabras-, la narración, de manera que el interés no decaiga y que la curiosidad se despierte. En todos los libros de Isabel existe este delicado equilibrio.

La elegida: una aventura en la selva amazónica es una novela fascinante que cuenta con un elementos diferente a sus anteriores libros: demostrando el respeto y admiración que siente por las hermosas ilustraciones de Susana Villegas Arroyo. Isabel introduce algo novedoso en el texto: cuadros de Quick Response que deben ser escaneados por el móvil para poder ver imágenes: debido a que la narración se centra en la selva boliviana, entre los llanos de Moxos y el parque Madidi, tenemos en estos encriptados las fotografías y videos sobre los personajes que habitan estos lugares: de esta manera no interfieren con los dibujos y se trata de una información adicional como una suerte de diccionario visual, algo así como una glosa medieval pero de tiempos contemporáneos.

La trama es sencillamente extraordinaria: ya sabemos que nuestra autora investiga y que en varios de sus libros hallamos temas relacionados al patrimonio cultural y artístico de nuestro país, esta vez, sensible con las preocupaciones del siglo XXI, se concentra en otro acervo: el natural, preocupada como la gran mayoría de los bolivianos,  por los incendios que devastaron la zona de la Chiquitanía, esta obra trata de la urgencia que tenemos de preservar la Naturaleza, cuidar de los animales salvajes (en realidad, salvajes resultamos los hombres, quizá habría que decir resguardar a los animales nativos de los humanos salvajes). Hoy en día concentrados en las áreas urbanas nos hemos desconectado del mundo animal y de la Naturaleza. Hay una distorsión muy grave en nuestras percepciones y obligaciones.

 La protagonista es una niña que debe cumplir una misión peligrosa para aliviar en algo los daños que infringimos los seres humanos a todo lo que nos rodea. En el texto, el Gran Bufeo explica por qué una pequeña es la Elegida para esta titánica labor:

p. 44: -Esta no puede ser la Elegida –le dijo el joven Bufeo a su padre-. Es una enana.

-¡No soy enana! –gritó Belén sin ni siquiera mirar al que hablaba-. ¡Soy una niña!

-No podemos dejar esta misión en manos de una niña –reclamó el Bufeo-. Es peligroso.

-Ella lo logrará –Dijo el Gran Bufeo-. Es ahora que puede hacerlo, porque cuando deje de ser niña, también dejará de ser la Elegida.

-¿Por qué ya no seré la Elegida? –Preguntó Belén sin dejar de recoger piedras blancas-. Me gusta ser la Elegida. Es como ser la princesa de este lugar y dar órdenes, ¿no?

-Porque cuando los niños crecen, empiezan a tener otras preocupaciones en su cabeza –explicó el Gran Bufeo-. Ahora escucha, tienes que ayudarnos.

-No puedo ayudarte. –Acaso no ves que estoy jugando?

Yo me preguntaba, mientras leía, por qué una niña de la ciudad y no un niño de la selva, pero Isabel no deja ninguna hebra suelta y todo tiene su razón de ser y su sentido, de tal manera que cualquier cuestionamiento es plenamente respondido y toda información, aun la ficticia, tiene un fundamento y una investigación basada en nuestro mundo real. Por ejemplo, ¿sabían ustedes que existe un libro rojo que registra los animales que están en vías de extinción? ¿conocían ustedes los códigos que se utilizan para clasificar el grado de peligro de perderlos para siempre?

La gran tortuga, llamada Peta Gigante pide ayuda al Jaguar –el Poderoso o también llamado por los dioses el Baba Tsutu y le dice:

p.131: -Mi especie vive en riesgo permanente porque a los humanos les gusta el sabor de mi carne, el de mis huevos y, además, utilizan la grasa de mi cuerpo para quitar las manchas de su piel. Ni qué se diga de mi caparazón con el que se entretienen haciendo todo tipo de objetos. Cuando llueve torrencialmente en la selva, mis nidos se inundan y todos los huevos perecen –terminó vertiendo algunas lágrimas.

-Lo sabemos Peta –respondió con serenidad el Jaguar. Eres la tortuga más grande de toda la región y no queremos perderte-. Bato, anota que se mantiene en (EN): en peligro de extinción. Hace casi 20 años que tu situación no ha mejorado. Veremos qué podemos hacer.

Los seres míticos que pueblan la narración existen verdaderamente en las tradiciones y los conocimientos de las naciones de la selva. Aquello que parece una creación de la autora, resulta que existe verdaderamente en el universo cultural de esos pueblos.  En este pasaje habla la Madre de la Tierra, una de los diosas, Eaua equinahi:

p.152 -Los humanos se acercan peligrosamente a los límites de la selva. Cada día se adentran más en ella y no con el propósito de convivir con la naturaleza; al contrario, talan árboles y quitan la hierba para convertir nuestro territorio en tierras aptas para su ganado y agricultura. Si esto se sale de control terminarán con la vida silvestre de nuestra región. Ya comienzo a sentir heridas a flor de piel y duelen, duelen mucho.

Ni qué decir de la enorme cantidad de animales cuya existencia desconocemos y la novela nos los presenta. Desde los tiempos más remotos los seres humanos nos hemos relacionado con los animales de forma simbólica y mítica: ahí están los tótems, las fábulas y leyendas, la mitología, tantas religiones en el mundo cuyos dioses se manifiestan zoomórficamente. También personificamos a los animales: sus rasgos denotan diversos comportamientos humanos según sus propias características. La distorsión que se produce en la relación entre animales y hombres, y que he mencionado ya, se produce también en la literatura, a principios del siglo XX hubo en Estados Unidos un debate que dejó huella y que se llama Nature Fakers Controversy; de un lado estaban quienes escribían sobre la naturaleza de manera sentimental, desfigurando la realidad de los animales al antropomorfizarlos, por ejemplo y, del otro, los científicos quienes establecían que no es bueno romantizar a los animales.  El presidente Teddy Roosevelt, sí ese por quien se llamó Teddy Bear a los ositos de peluche, zanjó la polémica declarando que la Naturaleza tiene sus propias leyes y que no se debe distorsionarla idealizándola. Ha transcurrido un siglo desde entonces y tenemos con nosotros el urgente libro que nos entrega Isabel Mesa, en el cual tenemos una Naturaleza tremendamente amenazada por el hombre y por los cambios que se producen en el entorno. La autora nos presenta una enorme variedad de animales en peligro de extinción, sabemos que nunca como en estos tiempos de avance tecnológico hemos perdido tantos animales para siempre. Lo que a la Vida le tomó millones de años de creación, a nosotros los hombres nos tomó décadas para destruir. Creo que ninguna idealización es buena, pero en los tiempos que corren, debemos comprender que NUESTRA visión de la Naturaleza, fuera de ella, no es la visión de la Naturaleza y de los animales que tienen quienes viven lado a lado con ellos, compartiendo un hábitat amedrentado y en peligro. Isabel demuestra en su libro lo imprescindible que es comprender una visión del mundo de esas naciones para lograr salvar su territorio, su fauna y su flora.

Tampoco es extraño que los niños tengan mayor capacidad de relacionarse y de entender el mundo animal: su inocencia y su sabiduría innata los lleva a comprender mejor el entorno natural. Isabel Mesa lo entiende a la perfección y el delineado de sus personajes animales, de los divinos y de la única niña de la historia es impecable. La niña, Belén, en su ingenuidad y espontaneidad es plena de sabiduría, y por ello mismo se transforma y aprende muchísimo en su aventura.

 Como lo podemos intuir por la trama, esta no es una historia feliz, pero sí es optimista, porque el narrador y la autora, confían en que los niños y jóvenes que leerán este libro, tendrán mayor consciencia que la nuestra, los adultos, y asumirán la responsabilidad de cuidar el mundo con mayor seriedad y compromiso (seriedad y compromiso que mi generación no tuvo). ¿Cómo no ser optimista si Isabel trabaja con niños en su vida diaria como profesora y en su mente como autora? Ella los conoce bien, escribe por y para ellos y sabe que todavía poseen ese vínculo con una ética y moral que en los adultos se van modificando a causa de intereses o de necesidades.

Querida Isa: te agradezco por escribir sobre nuestro país, lo has hecho desde diversas culturas y con personajes en aventuras muy variadas, también escribiste libros de la ciudad, de la vida diaria de los chicos. Recuerdo las lecturas que compartí con mi hija: riéndonos de algunas escenas, reflexionando sobre otras, pero, sobre todo, tengo una inmensa gratitud contigo por no eludir temas terribles, ni esquivar situaciones que producen miedo –no podemos pensar ingenuamente en el público joven, y, al mismo tiempo, te agradezco por permitirme entender que los niños y jóvenes que lean tu libro, asumirán el reto, estoy segura, de que serán mejores co-habitantes con los animales y celadores del mundo. Tu libro es un voto de confianza en esta hermosa generación que tantos desafíos tiene frente a sí, con el estímulo de tus libros, ellos saldrán victoriosos.

Autor: Alejandra Echazu

Publicación: Feria del Libro. 21 de septiembre, 2021

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