LA FUERZA DE LA CADENA DE VELIA CALVIMONTES

Cuando Velia me pidió que presentara su obra y puso en mis manos este libro explicándome que estaba escrito en el famoso idioma "p" de "pe a pa", supe que algo terrible me estaba pasando ya que tomé conciencia de que no entendía absolutamente nada. ¿Por qué? Me pregunté. Y supe la respuesta atendiendo al sentimiento sombrío de mi corazón. Lo que pasaba conmigo era que había dejado de ser una niña con tiempo necesario para jugar ese divertido juego de traducir el idioma entero al papa pepe pipi popo pupu.

¿Qué hacer? Me pregunté, ¿pasar por la vergüenza de decirle a Velia que necesitaba el cuento en versión traducida? o renunciar a la presentación y por ende a conocer el contenido de este cuento cuyo formato, ilustraciones y título llamaban mi atención.     

Como no tenía el dominio de esa lengua- la del pap pep pi..., decidí mirar así como los niños lo hacen cuando no saben todavía leer en nuestro código particular.

El formato de un cuento para niños debe ser atractivo y éste lo era. No muy grande ni muy pequeño, Las ilustraciones mostraban palomas y mujeres, serían incaicas? Ñustas?, Indígenas? Esas eran mis preguntas. Inferí entonces. Debe tratarse de un cuento que hable sobre papas, frutas, mujeres unidas en una cadena y algo de la libertad.

Esos bonitos dibujos de Ramiro Ortega también me decían que este cuento se podía tratar de dos pueblos en pugna. Dos pueblos cuyos hombres se enfrentaban en guerra.

Me decidí, llame a la autora y le pedí el texto traducido al idioma español, reconociendo mis limitaciones. Muy amable ella me trajo el cuento escrito es simple castellano y pude abrir el cofre de los secretos donde estaba la trama de esta historia tejida con hilos de fantasía y hondura humana.

La fuerza de la cadena trátase pues, de dos reinos Luzdeinti y Luzdequilla, ambos conformados por agricultores. Luzdequilla era un reino productor de hortalizas y frutas, y Luzdeinti producía diversas variedades de papa. Clima, producción y costumbres los diferenciaban.

La historia se pone interesante cuando los reyes, hacen lo que suelen hacer los reyes, o los hombres en su generalidad, es decir, pelear, medir fuerzas, competir dominar, confrontarse para derrocar al más débil. No encuentran otro modo de poner en relieve sus diferencias que no sea a través de la comparación. Obviamente este es un cuento de hombres muy machos, de esos que son como los niños que lo quieren todo para sí, igual que los políticos del mundo. Interesante reflexión en un momento en que se habla tanto de ecología. Estos hombres políticos gobernantes de los dos pueblos también conciben su sobrevivencia a partir de la ruptura, la desarmonía, el caos y la imposición, de algún modo aplican la ley del más fuerte. Pero la ley del más fuerte es una ley natural. Quiero decir que proviene de la naturaleza, así es como los chimpancés, o los leones, o cualquier otro animal ejerce su poder en la manada. Los humanos que tienen lamentablemente bastante de animales, unos más que otros, pasan de la naturaleza a la cultura y es ahí donde hay algo nuevo que es precisamente la capacidad de simbolizar lo que les permite humanizarse. El lenguaje, el arte, la ciencia deben ser caminos de desarrollo, lamentablemente, se vuelve al punto original. El exceso y la ambición terminan por devolverlo a su inicial raíz animal.  

Volviendo a nuestra historia, algo de la irracionalidad de la guerra muestra  Calvimontes, suavizándola en esta obra para niños con el argumento de sus efectos minimizados en el daño corporal. Cuando  los del reino de Luzdeinti estaban seguros de tomar por sorpresa al reino de Luzdequilla, se toparon con un ejército listo para defender lo suyo. Empezó el combate que era de garrotazos, no tenían otras armas(...) Por las noches no guerreaban, había treguas (...) al día siguiente se reanudaba la batalla, las tropas eran iguales, ninguna se rendía.

 La autora presenta a los combatientes que ponen el cuerpo para enfrentarse de la manera más absurda cuando la solución es obvia, tan obvia como en cualquier guerra. La simplicidad de un cuento infantil podría revelar esa verdad que parece tan obtusa a los ojos de gobernantes y poderosos del mundo. Todo acto de destrucción y de muerte no justifica ninguna ganancia. Se ha perdido de todos modos irremediablemente.

No vamos a decir cómo, pero en "la fuerza de la cadena" son las mujeres que buscan caminos de solución, de encuentro; alternativas de vida. Las mujeres que pacifican a los hombres, ellas, las que se ocupan de alimentar a los niños y a los esposos, las que saben sobre dar a luz y no a oscuridad. Son las mujeres quienes con la sabiduría del amor concilian los dos pueblos para que reine la paz. Esta es una solución mágica que Propone la autora en mujeres que simplemente son compañeras de sus hombres, protectoras, agricultoras. Se ocupan de lo que los hombres no se ocupan ni se preocupan, es decir de los hijos, de la familia, del sustento diario. No tiene que ir a la universidad ni con competir con ellos en los puestos de poder, ni están a cargo de llevar el sustento al hogar, ni escriben, ni leen hasta el agotamiento, ni tiene que demostrarle al mundo que son iguales mejores y suficientes. Simplemente hacen lo que hacen y el tiempo pasa en sus vidas acariciando sus faldas que se elevan con la suave brisa.

Estas mujeres tan simples, justo por eso pueden tener un saber sobre la paz. Propuesta original, interesante, que además de dar una salida y una solución a la trama argumental, propone la defensa de la democracia como alternativa esencialmente humanizante para los pueblos, ya que la ley debería ser articuladora del lazo social. La democracia se basa en el principio del orden social. La ley como principio de los valores universales, del respeto, de la solidaridad, de la creatividad, de la amistad y la justicia, es loo que define la posibilidad de vivir en democracia. Existe una diferencia interesante entre lo que es la ley lo que es la norma. La ley es algo constitutivo del ser humano. Es aquello que internanizamos en la infancia como lo prohibido, aquella que no necesita estar escrita, porque la hemos subjetivizado desde niños. La ley ordena nuestra existencia, nos hace saber que tenemos un cuerpo separado de los otros cuerpos, nos hace responsables de nuestra vida y de la de los demás. Nos permite caer y levantarnos, nos lleva a renunciar a lo prohibido, a diferenciar entre el bien y el mal.

La norma es aquella que cuando falla le ley aparece, se evidencia se escribe en los códigos, se transforma según de capricho de quién aparece con el poder de mando. He ahí los decretos, las "interpretaciones a favor" he ahí la justificación de la violencia. La ley pacifica, ordena el mundo. 

So solo me queda dar Mis mejores augurios para esta obra que ensalza a la mujer en el mejor de todos sus rasgos; el de la sabiduría para vivir en comunidad.

Por ellas es posible que en estos dos pueblos hermanados vuelen docenas de palomas blancas sobre sus cabezas, convocadas por una golondrina, quién sabe si esa misma de Oscar Wilde.

Autor: Rosalba Guzmán Soriano

Publicación: Suplemento La Esquina del matutino "Cambio", 29/8/10