LAS ARMAS LITERARIAS DE ROSALBA GUZMÁN
Desde las primeras armas literarias de Rosalba Guzmán audazmente situadas en el programa para televisión “Carrito de Lata” en los años 70, pasando por la revista infantil “Chaski” y en sus exitosos libros para niños “Revobulliprotesta”, “La Bruja de los Cuentos”, “El planeta multilenguado”, como escritora, se ha fortalecido en la temática de la defensa de la libertad y los derechos humanos.
Ahora nos convoca, una vez más, con los mismos temas y con otros que se acogen en el tema mayúsculo: el derecho a la vida. Con este libro para niños Rosalba Guzmán confirma aquello que dije en “POLITICA Y NIÑOS: Una aproximación a la violencia política en la literatura infantil” en el No. 13 de la Revista de Literatura Infantil –Juvenil del IBBY de Latinoamérica, artículo sobre el derecho de los escritores a tratar con los niños, territorios muy difíciles y conflictivos, como la sexualidad, la política, la muerte y que me permito copiar “Hay un derecho incuestionable y es el derecho que han asumido los adultos que prefieren este diálogo con los niños”. Confirma con esta novela que la literatura infantil puede tratar los temas duros como ”la exclusión”, “el uso del poder contra los indefensos”,“la lucha sutil y silenciosa de los destinados a muerte”, “la solidaridad de los de abajo”, etc.
Lo más destacable del libro es que la autora no solamente se atreve a tratar esos temas, sino que lo hace desde el humor. Recurso muy difícil de manejar, más aún dentro del mundo de los niños. “Conquistando a Lindolfo” además de ser una novela cuestionadora, es muy divertida. Cuenta una historia de animales y de persona dentro de la biblioteca de una escuela, donde se entrelazan los más sutiles y complicados sentimientos alrededor de la condena a muerte de una ratona. No obstante de que se trata de un libro de ficción sobre la ratona “de biblioteca” en peligro, los sucesos alrededor de ella son de una comicidad muy lograda. No sé cual será la reacción de los
niños, pero yo, con más de mis 60 años y centenas de libros leídos, me he pasado riendo permanentemente de los conflictos de Julia, la ratona.
Dentro del manejo de la comicidad juegan un papel muy importante, decisivo el idioma, la diversidad lingüística y sus posibilidades de juego. Es toda una delicia escuchar a Ernestina, la bibliotecaria, que cuando habla lo hace en un español que substituye la r por la d. Veamos un ejemplo. Ernestina está asustada frente al indagador “Señor Director”, entonces dice: - “Pedoz, gatos, datones…y budos y cabados y yenas y pezes y todo, Señod Didectod. Estos son dos únicos animales que hay en ezta biblioteca”. Pero, este tratamiento lingüístico, además de ser un espacio lúdico o de diversión para los niños, es un espacio de toma de conciencia. Ernestina deja de hablar así cuando se descubre mujer y además enamorada. Es un detalle pequeño, anodino aparentemente, pero de alta significación del la transformación del personaje.
“Conquistando a Lindolfo” es una novela donde la autora logra su juego personal bicéfalo: el de la niña que habita en Rosalba, a quien le gusta jugar con el lenguaje y el de la profesora y psicóloga que es en realidad Rosalba, la profesional adulta que conoce de la escritura y la gramática.
El lenguaje es el material sobre y con el cual se solaza la autora. Es sin duda, el resultado de un largo y anterior proceso de conocimiento y goce de las infinitas posibilidades de la palabra. Este trabajo al interior de la novela lleva a los lectores, al mismo goce y conocimiento.
Decíamos que el lenguaje es un espacio de alta comicidad. Los cuatro integrantes del “escuadrón de limpieza” de la escuela donde se encuentra la biblioteca, tienen su propio modo de expresarse. El empleado de limpieza apodado El Chicle, que estudia inglés por las noches y que no pierde oportunidad para ejercitarlo, le permite a la autora aportar con una doble entrada de este idioma; frases como se pronuncian en inglés, pero escritas
en español, obligan a lector a una doble lectura. Es un verdadero jugueteo idiomático entre la oralidad y la escritura de un idioma, imposible de leer para otros, en nuestro caso. Se produce sólo en la relación directa del texto con el lector. Cada que aparece el personaje se introduce un halo comiquísimo del inglés.
Los otros personajes acompañantes de El Chicle, tienen también su especificidad idiomática, Uno de ellos, posiblemente de origen aymara, se expresa con la presencia de palabras y construcciones que oímos frecuentemente en La Paz, como: “Sherto, no hay nada shempre señor Drector.” Como los cuatro amigos de la limpieza, están juntos, el dialogo no sólo es espacio de comunicación entre ellos, sino de comparación de las variantes dialectales para el lector. Es un juego entre diversos planos lingüísticos que además de proponer la comparación, el cruce permanente, introduce en los lectores al conocimiento de la riqueza de las expresiones de los idiomas. Estoy segura que ningún texto escolar que pretende enseñar las diferencias de los idiomas y las variantes dialectales puede ser tan eficaz que el coloquio de los cuatro amigos del “escuadrón de la limpieza” de este libro.
El tercer personaje del grupo se expresa básicamente a través del lenguaje mímico. Los permanentes gestos, guiños, encogimientos del rostro y del cuerpo, llegan a ser un tercer lenguaje, altamente comunicable, risible y triste al mismo tiempo. La cuarta componente del “escuadrón de la limpieza”, la Malona, desde su nombre, es la representación de un lenguaje duro, agresivo, como un depositario de la maldad permanente. Y es frecuente el manejo crítico del lenguaje. Expresiones reiteradas como
“la hija del padre de familia” en vez del nombre del personaje, que representa a la vigilante y obsesiva perseguidora del ratón de la biblioteca, o “El señor Director”, personaje sin nombre, obligado por la niña obsesiva a la operación limpieza de la biblioteca, o la expresión “Presidente del Directorio de Padre de Familia”, que también corresponde a un personaje sin nombre, son expresiones, que esconden a las personas
reales. Son una inteligente crítica al estereotipo, al poder que encierran estas maneras lingüísticas dentro del régimen disciplinario de una escuela. “La hija del padre de familia” “El señor Director”, “Presidente del Directorio de Padre de Familia”, ¡Ah! son modos de atemorizar a cualquier integrante del establecimiento, más aun si están relacionados con el caso de la denuncia de que en la biblioteca existe un ratón.
No obstante de que la novela tiene personajes y situaciones, riesgos y soluciones, un argumento y un lugar de sucesos, la novela es una novela del lenguaje. Seguiremos fundamentando. La niña “hija del padre de familia” es presentada desde el lenguaje con su propia manera de hablar. Impulsada por un intenso sentimiento de autoafirmación, de imposición, esta niña habla con una rapidez y seguridad increíbles por lo que la escritora presenta el lenguaje de la urgencia, uniendo todas las palabras de las frases que
construye en una sola, construcción que en principio cuesta leerla pero después se convierte en otro desafío lingüístico para el lector, en otro juego de palabras. No podemos hoy comunicarlo porque sólo se logra por el contacto con el texto escrito, viendo con los ojos.
La polisemia es también otro juego lingüístico: La ratona, como es de biblioteca, busca entre los muchísimos libros de los estantes la palabra Lindolfo, con el que nombra al sueño de amor que espera. Busca en enciclopedias, diccionarios de diversas materias, otros libros y descubre que Lindolfo puede significar tantas cosas dependiendo de la materia, el enfoque, la época, etc. Otra vez, el territorio de las palabras para jugar y
aprender. Incluso el hecho de que es a través de la palabra que se produce la salvación de la ratona, se fortalece por la seducción al estilo de Sheresada, por haber asumido los cuentos en el mundo gatuno.
Tal vez, más allá del relato concreto y divertido de Rosalba, está el propósito de dignificar la palabra, la polisemia, sus infinitas posibilidades de ser nueva y distinta, su capacidad de comunicación, de juego, de convicción, de encanto.
Otro valor de la novela radica en la intertextualidad. Como Julia es una ratona de biblioteca, pasa el tiempo leyendo. Tanto en los momentos de riesgo, como de búsqueda de respuestas a las razones de su vida, acude a los libros. Lee y recupera situaciones diversas ya creadas en libros anteriores, desde la Caperucita Roja, pasando por Platón, el diccionario Larousse, los postulados sobre el cuerpo de Pina Bausch. La narradora incluye fragmentos, citas de todos los libros que lee Julia, mostrando a los lectores niños, la inmensa relación que tiene la vida con los libros y el enorme espacio de sugerencias, y respuestas que son ellos.
La novela es un canto de amor a los libros y un homenaje a la palabra. Ellos son tomados como los recursos que salvan la vida, que transforman a los seres. El gato de ficción que está en un libro y Lindolfo, el gato real que ingresa a la biblioteca con la misión de acabar con los ratones, son conquistados como dice el título de la novela, por las palabras, los argumentos y los cuentos de una ratona de biblioteca, la nueva Sheresada.
La “hija del padre de familia”, odiosa, preguntona, insistente, malcriada, obsesiva, opresora, impositiva, recobra su nombre y encuentra su verdadera identidad gracias la palabra. Por fin la autora, como un reconocimiento a su cambio, le da su verdadero nombre. Deja de ser “la hija del Padre de familia” y es Lucrecia, LU. Le devuelve la normalidad en el hablar, deja de juntar las palabras y pronunciarlas aceleradamente, con rabia, supera sus propios miedos y aprende lo mejor de las palabras: la comunicación amorosa.
La ratona, protagonista de la novela, no sólo conoce y ejerce el poder de la palabra, sino también conoce y ejercita el poder del cuerpo. Ha leído a Pina Bausch, que escribe un libro sobre el arte escénico y la danza contemporánea, a quien lee para pedir un consejo, para ayudarse con el cuerpo en esos momentos de peligro, así “ aprendió que con el cuerpo se podían expresar sentimientos como los de ser perseguida por una niña extraña... Le enseñó a usar los pies sobre el piso y sentir su peso para elevarse, para dar volteos, para volar por el aire, para instalarse firme... Le enseñó que su cuerpo podría vibrar y fluir, desplazarse, caer, y levantarse…” Gracias a estos consejos se salva tantas veces de las garras de los gatos.
Rosalba Guzmán, ha escrito esta deliciosa novela para niños en homenaje a sus hijas: María y Julia, a quienes dice al principio:”A MARIA MI ACTRIZ Y BAILARINA PREDILECTA Y A JULIA MI RATONA DE BIBLIOTECA”. Acogemos esta noche a las tres mujeres, a María, la bailarina, a Julia, la ratona de biblioteca y a Rosalba Guzmán, la escritora que las transforma a las dos en un solo personaje literario.
Gaby Vallejo Canedo
II Feria del Libro, Cochabamba.
9 de octubre, 2008