ANTOLOGÍA DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL DE BOLIVIA

ANTOLOGÍA DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL DE BOLIVIA

ANTOLOGÍA. Una breve historia de la literatura infantil boliviana y la selección de las mejores obras de literatura infantil y juvenil del país. El libro recoge todos los géneros: novela, cuento, poesía, prosa lírica, dramaturgia. Además, tiene una amplia lista de autores de LIJ con sus obras y reseñas de las mejores novelas.

Año de Publicación: 2015

Lugar de Publicación: La Paz

Editorial: Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia

Colección: Biblioteca del Bicentenario. No. 135

Numero de Edición: Primera

Numero de Páginas: 496 páginas

ISBN: 978-99974-847-5-8

Depósito Legal: 4-1-2699-14

Premios y Distinciones: Seleccionado en "Los Recomendados 2015-2016" (Academia Boliviana de Literatura Infantil y Juvenil)

Fragmento

INTRODUCCIÓN

por Isabel Mesa Gisbert

Es importante para la literatura infantil boliviana contar con una antología que permita tener un panorama general de escritores, obras, corrientes y géneros dirigidos al público infantil y juvenil. Si bien existen en el país algunas antologías infantiles, la mayoría se avocan a un solo género: el cuento. Por lo tanto, se hace necesaria una antología que ofrezca una variedad de géneros literarios en el marco de una propuesta nacional, en la que escritores de distintas partes de Bolivia estén presentes con obras de calidad, trascendencia e impacto en el público lector.

Es cierto que una antología es siempre subjetiva y que plantea el punto de vista del antologador; por lo tanto, es probable que se dejen afuera algunos autores y de pronto también algunos escritos. Sin embargo, de lo que se trata es de mostrar aquello que ejemplifica, lo que ha marcado un hito, lo que ha trascendido, lo que en su individualidad es de gran calidad pero que, como pieza que forma parte de un enorme rompecabezas, sea capaz de aportar a aquel corpus que nos habla del inicio, de las tendencias, de las influencias, de los estancamientos y de los cambios en la literatura infantil y juvenil boliviana.

Esta selección de obras tiene como primer criterio valorar la calidad literaria de cada uno de los escritos. En segundo lugar, se ha considerado el impacto que cada obra tuvo en los lectores y, por ende, su trascendencia en el tiempo. Finalmente, y no ha sido menos importante, la reunión en una sola obra de autores de distintas partes del país con ese talento especial para contar a los niños y niñas bolivianas sobre la diversidad cultural que tiene Bolivia y el mundo sin subestimar a su destinatario.

Organización de la obra

Tomando en cuenta los criterios anteriores, la antología se ha dividido de manera cronológica en tres partes, en las que se pueden distinguir una primera generación de pioneros, que en primera instancia se destacaron en poesía y teatro (1922-1979); una segunda generación que desarrolla el cuento regionalizado, costumbrista y tradicional (1980-1999); y una tercera generación que rompe con los esquemas tradicionales, que se abre a temáticas distintas a lo exclusivamente nacional,  pero que también mira la diversidad cultural como una riqueza y un aporte al país (2000-2015).

La antología se complementa con algunos anexos. El primero se refiere exclusivamente a la novela, quizás el género más importante dentro de la literatura infantil en las últimas décadas, por su aporte en cuanto a novedad temática y estructura literaria. Esta parte se compone de doce reseñas sobre las novelas más importantes de la literatura infantil y juvenil boliviana; aquellas que, por su calidad literaria, impacto en los lectores, trascendencia en el tiempo y difusión cultural, marcan un hito fundamental en la narrativa infantil (1962- 2015).

Si bien, forman parte de esta antología 29 autores, se anexa también un cuadro con una exhaustiva información de referencia sobre otras obras de estos autores y, además, con obras de otros autores que no son parte de esta selección.

Siendo esta una antología en la que las obras son el referente más importante, se ha seguido un orden cronológico que respeta la fecha de publicación de cada una de ellas. Cuando el autor tiene mas de un escrito seleccionado, ambos se han puesto juntos respetando la fecha de publicación del más antiguo; de esa manera, el lector puede relacionar ambas obras con el mismo escritor. Cada uno de los autores que forman parte de esta antología cuenta, además, con una pequeña biografía de referencia que ubica al lector en el espacio y en el tiempo al que pertenece cada escritor.

Muchas de las obras seleccionadas en la antología, sobre todo en el caso de los cuentos, poemas y obras de teatro, son parte de una publicación con varios escritos del mismo autor. Por eso, tanto en el índice como en el interior de la antología, primero se menciona el título de la publicación y, debajo, el título de la obra seleccionada.

Sobre las ilustraciones

La ilustración es sin duda un aspecto fundamental a la hora de publicar una obra de literatura infantil o juvenil. Es un elemento que complementa al texto, que plasma en una página aquellas imágenes que el niño va construyendo en su mente a través de la trama de la historia y que, además, le dan el privilegio de realizar otro tipo de interpretación, la que es visual. La lectura de imagen desarrolla una capacidad distinta a la lectura literal, es aquella que se realiza a lo largo y ancho de una página siguiendo cualquier dirección, muy al contrario del texto cuya lectura es exclusivamente lineal.

A lo largo de la historia de la literatura infantil en nuestro país existen muchas obras ilustradas. La mayoría de ellas fueron realizadas por los mismos autores o por amigos de estos que realizaban el trabajo más como un favor que como una profesión, pues era impensable un trabajo dedicado solamente a la ilustración infantil como ocurre en nuestros días. En casi un siglo de literatura infantil boliviana podemos apreciar el gran contraste que existe entre las primeras ilustraciones y las actuales. Las primeras sencillas, a un solo color y con un estilo estrictamente local y tradicional. En contraposición, hoy podemos encontrar propuestas creativas, innovadoras y avasallantes de una generación de ilustradores que surgen en la última década del siglo XX gracias al crecimiento y difusión de la literatura infantil, no solamente en Latinoamérica si no también en Bolivia. Muchos de estos ilustradores empiezan a dedicar su trayectoria artística exclusivamente a la literatura infantil, a partir de una gran demanda de textos escolares y obras infantiles debido al impulso que da la Reforma Educativa de 1994 a las bibliotecas de aula.

Esta antología estaría inconclusa si no contara con ilustraciones, en este caso realizadas con exclusividad por reconocidos artistas que tienen una larga trayectoria en el campo de la ilustración infantil. Un reconocimiento y agradecimiento especial a Romanet Zárate, Paola Guardia y Jorge Dávalos cuyas ilustraciones darán vida a los personajes de cada una de las obras.

Un breve panorama sobre la historia de la literatura infantil

La literatura infantil, conocida como aquella producción de textos que tiene un toque artístico, pero sobre todo creativo, y cuyo destinatario es el público infantil, surge como una rama independiente de la literatura recién en la segunda mitad del siglo XVIII; entendida como la producción editorial pensada exclusivamente para niños. Durante la Edad Media y la Edad Moderna no existía una literatura destinada a los niños. Las lecturas de esa época tenían el objetivo de enseñar valores y difundir dogmas. La única lectura para los niños eran los bestiarios, silabarios y abecedarios.  Durante los siglos XVII, XVIII y XIX Charles Perrault, los hermanos Grimm y Hans Christian Andersen comparten una literatura de características comunes. Sus cuentos son todos de origen popular, historias que llegan a ellos gracias a la tradición oral, con un toque de fantasía y sucesos moralistas que estos autores recopilan y expresan por escrito.

Pese a que estos cuentos tuvieron una gran difusión en Europa, el concepto de infancia como una etapa en la vida del ser humano, recién se establece a fines del siglo XIX. En la segunda mitad del XIX, estos cuentos empiezan a compartir su espacio literario con narraciones más largas que se transforman en novelas de aventuras con diversidad de personajes y una estructura más compleja. Autores como Daniel Defoe, R. L. Stevenson, Jack London, Julio Verne, Lewis Carrol y J. M. Barrie  publican obras que no fueron concebidas pensando en niños o en jóvenes como destinatario final; sin embargo, fueron los propios lectores quienes, en sus distintas etapas de crecimiento, fueron apropiándose de estas lecturas creando ellos mismos un nuevo concepto: el de la infancia.

Latinoamérica tiene su propia historia de la literatura infantil. La gran variedad de cuentos de la tradición oral provienen de dos fuentes. La primera, expresada por las comunidades indígenas que habitan el continente y que, carentes de un alfabeto escrito convencional, es recopilada en primera instancia por los cronistas españoles que llegan en la primera mitad del siglo XVI. Y la segunda, se refiere a las historias orales que llegan de España con los conquistadores y que, una vez conocidas en América, fueron adaptadas al ambiente y personajes locales adquiriendo versiones propias.

Por su parte las órdenes religiosas dedican gran parte de su tiempo a la alfabetización de los indígenas mediante catecismos y abecedarios, y otros libros exclusivamente didácticos y educativos. El especialista Manuel Peña afirma que estos libros

Presentan a niños modelos y tienen casi siempre un ideal moralista, religioso y patriótico. [Por otro lado] La editorial española Calleja, de don Saturnino Calleja, difunde los cuentos clásicos en versiones adaptadas para los niños de habla hispana, tanto en España como en Latinoamérica. Son libros muy bellos que a menudo venían en cajitas de lata o pequeños estuches para estimular el disfrute y el coleccionismo. ((Peña Muñoz, 2013)

Cuando Latinoamérica termina su dependencia de Europa e inicia la independencia de los distintos países que la conforman, los escritores latinos comienzan a desligarse poco a poco de la influencia europea para caminar por cuenta propia. Es en este camino que Latinoamérica comienza a crear, en algunos casos particulares, una literatura que va a ir más de allá de las fronteras de un país, que va a impactar a muchos lectores del continente, que va a leerse por años y que, por lo tanto, se convierte en una literatura clásica. Y esto ocurre también con la literatura infantil y juvenil.

De esa manera surgen figuras importantes que publican una literatura de calidad dedicada a los niños desde 1867 en el caso del colombiano Rafael Pombo. Otros escritores clásicos de fines del siglo XIX son el cubano José Martí, con su famosa Edad de oro, y Rubén Darío en Nicaragua. A principios del siglo XX destacan los uruguayos Constancio Vigil, que fundó Billiken, una de las revistas infantiles más importantes, y Horacio Quiroga con sus Cuentos de la selva. En los años 30 y 40 aparecen el brasilero José Monteiro Lobato y la chilena Marcela Paz con Papelucho.

A mediados del siglo XX, ya con una literatura infantil constituida, surgen los estudiosos que emprenden el camino de la reflexión crítica y el interés por el estudio de este campo literario. Todo esto conduce, en un proceso lento pero serio, a una toma de conciencia universal sobre la importancia de la literatura infantil y la demanda de tomarla en cuenta con respeto como otra rama de la literatura.