Verónica Linares
Escritora
¿Cuántos niños han tenido durante su infancia algún amigo imaginario? Muchos, muchísimos: estos pueden haber sido otros niños, muñecos, o bien animales. Por ejemplo, en el clásico “Peter Pan” de James M. Barrie, Wendy y sus hermanos vivieron una maravillosa aventura pues lograban ver e interactuar con este niño, supuestamente imaginario, que nunca crecía y que solo podía ser visto por niños.
De igual manera, en “El elefante de jardín”, Sofía, una niña pequeña que prontamente va a tener un hermanito, ha descubierto que en una cueva de su jardín vive un pequeño elefante rosado. Este es un cuento de la escritora y psicóloga Paula Benedict de Bellot, quien también ha escrito, entre otros: “El mundo de los bucefalitos”, “La guerra de Fabián”, “El secreto de Yasi y otras historias”
La historia que está relatada desde la voz del elefante se torna más interesante, pues nos traslada al punto de vista del amigo imaginario, fortaleciendo la fantasía de que este realmente existe.
De esta forma, Rosado, el pequeño elefante de jardín va contando que él vivía escondido en una cueva en el jardín de Sofía, quien no solo pudo encontrarlo, sino que cada día lo buscaba para jugar:
“Apretaba sus manos alrededor de mis patas jalándome hacia la luz del sol y con una gran sonrisa decía que quería ser mi amiga” (p.8).
En el relato, nos damos cuenta de que Sofía es una niña traviesa e inquieta que inventa diversos e ingeniosos juegos con Rosado. Lamentablemente, cada día su mamá interrumpía el juego pues alegaba que ya se hacía tarde. Entonces la niña insistía en que había un elefante rosado en el jardín, y por su puesto la madre no le creía y rompía todo el encanto.
Así pasaban los días cuando el ratón Nino le dio una pésima noticia a Rosado:
“_ Anoche sacaba un poco de torta de la despensa cuando escuché al papá de Sofía decir que quiere levantar otra habitación en la casa, pues viene un bebé en camino. Piensa hacer la construcción justo encima de tu cueva.” (P. 18)
Es pues en este punto del relato que empezamos a darnos cuenta de que Sofía puede haber sido una niña solitaria que necesitaba la compañía de un amigo imaginario con quien jugar, o bien que toda la familia se está centrando en la llegada del nuevo bebé. Paula Benedict se solidariza con Sofía y le regala un amigo imaginario que luego descubriremos, también había sido amigo de su propia mamá. Aquí volvemos a recordar la historia de Peter Pan, en la que la mamá de Wendy había sido, alguna vez amiga del niño que nunca creció.
Rosado le cuenta el problema que tiene a Sofía, pues no podrá seguir viviendo allí, y le pide directamente ayuda a ella, a su nueva amiga. Por suerte, al contarle el problema, la mamá de Sofía empieza a recordar a este elefante cuando ella era niña, que también había sido amigo de su mamá (de la abuela de Sofía). Aquí se resuelve la historia: los adultos le creen a la niña, comparten su ficción y todo se vuelve más fácil, incluso para el elefante rosado.
¿Será que de verdad existen elefantes rosados escondidos en los jardines en las casas, que alguna vez fueron nuestros amigos? ¿Por qué los hemos olvidado? Estas son algunas preguntas que se puede ir haciendo el niño lector y las puede compartir con sus padres y abuelos.
Por otra parte, este cuento está ilustrado por Juan Sebastián Amadeo, quien logra introducirnos al mundo del imaginario infantil gracias a sus trazos redondeados y sus vivos colores.
“El elefante de jardín”, una bonita y bien narrada historia que muchos niños y muchos padres han vivido.
El elefante de jardín. Paula Benedict de Bellot. Ilustraciones de Juan Sebastián Amadeo.
Grupo Editorial La Hoguera, Santa Cruz, 2012. Seleccionado entre "Los recomendados 2011-2012" por la Academia Boliviana de Literatura Infantil y Juvenil.